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DÍA III.--((DIES COMPUNCTIONIS)) 163 rrupción. El ambicioso es doble, mentiroso, en– gai'i.ador; usa de política rastrera, del escándalo farisaico... La humildad huye toda hipocresía, simulación, dob'.ez y mentira. El humilde de ver– dad es sencillo, ingenuo, franco; no le impor– ta c¡ue conozcan sus defectos, c¡ue murmuren de sus faltas; pr2cisamente ama la humillación y el desprecio, porc¡ue se cree pecador e indigno de los honores humanos. e.1 La enridia. La envidia es consecuencia ne– cesar:D. de la soberbia, c¡ue no puede sufrir rivales ni superiores; el soberbio quiere estar sobre todos en las cualidades, en las alabanzas, en el gobierno y hasta en las buenas obras. El envidioso se en– tristece del bien del prójimo como de algo que merma su superioridad; le da en rostro que otro ocupe más e:evados puestos, que Je honren más, que salga mejor en el púlpito, en el confesonario, en los minic:terios, en las empresas... Son objeto de envidia las cualidades brillantes, las dotes se– rias y hasta las mismas virtudes. Con frecuen– cia suele darse entre los de la misma profesión, oficios u ocupaciones, aun las más insignifican– tes y bajas. Los efectos r¡ue causa esta envidia en el alma son tr'rribles. El envidioso suscita el odio, la ad– versión del prójimo rival y las murmuraciones· saca a relucir defectos ajenos, disminuye sus cua– lid::ides, censura sus acciones; hace lo posible pa– ra que los demás que le superan pierdan el cré– dito ante el prójimo. Estas cosas comunica de un religioso a otro, de un convento a otro, de una Provincia a otra, y hasta no se recata de hablar ma, aun delante de los seglares. Siembra divisio– nes, enemistades en el seno de las familias, de las Comunidades, de las Provincias, las cuales llegan a veces a extremos muy lamentables. El envidioso no tiene paz consigo mismo. Quiere, cc]ipsar a sus rivales, superarlos; se muerde y remuerde porque no lo consigu"; Je da pena que le adelanten; hace esfuerzos insuperables; trab·> ja día y noche; la envidia le corroe y no le deja parar un momento.
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