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162 «ALVE!lNIA)) gos, quedando otros con más méritos, más virtud, más cualidades... , relegados al olvido, porque no quieren usar de esos inicuos procedimientos, ni están dominados de esa loca ambición. Mas los que de esa manera indigna suben a las prela– cías, como no son llamados de Dios, tampoco pue– den contar con su protección especial, ni con las gracias abundantes que necesitan para un gobier– no prudente y acertado. Abandonados a sus fuerzas y cegados por la pasión de dominar, con frecuencia cometen des– aciertos enormes, fracasan, se hacen déspotas, insufribles a los súbditos, aborrecidos de Dios y de los hombres, verificándose la sentencia de la Escritura: El que se ensalza, será humillado .(107i No debemos desear ser superiores a los de– más, sino md.s bien desear someterse a toda hu– mana: criatura. El apetito de sumisión, dice San Buenaventura, está conforme con la humildad y la reverencia; el apetito de prelacía degenera con frecuencia en fausto de ambición y de arrogan– cia; y aunque la prelacía pueda administrarse bien conforme al dictamen de la razón, no debe, sin embargo, apetecerse por el adjunto tipo de soberbia ! 108). ¡ Cuán lejos del verdadero fraile menor debe estar ese apetito desordenado, inquie– to y molesto de la ambición de honores y prela– cías, en el que ha venido a servir a Dios y sal– var su alma en un estado de pobreza, humildad y desprecio! di Hipocresía. El soberbio y ambicioso es tam– bién hipócrita. Como conoce que para obtener elevados puestos se necesita re:putación de vir– tud, se cuida de aparecer tal delante de los hom– bres; se viste por dE fuera con los arreos de la virtud, las apariencias de la santidad, estando interiormente lleno de podredumbre. Es como un sepulcro blanqueado; externamente aparece her– moso, e internamente no contiene más que co- t 107) 01nnis qui. se exultat, hnmiliabitur Luc., XIV, l l 1:0BJ Qnae t. Disp. de Perf. evang., q. IV, a. 1, ad 8, t. V, p. 1el.

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