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146 ((ALVERNIA)) Soy miserable e inclinado hasta el extremo: to– dos los días entraba contristado (74). «La aflic– ción interna y el remordimiento acompañan al pecado», dice S. Buenaventura .(75J. El que no quiere obedecer al Seflor no tiene paz dentro de sí. iOh, cuán rnalo y amargo es haber dejado a tu Dios! (76), exclama Jeremías. No hay pena mayor que la herida interna de la mala concien– cia. La tribulación y la angustia se encuentran en toda alrna aue obra el mal (77). Sólo en la tranquilidad de conciencia se encuentra la paz. Aunque no existieran otros motivos más fuer– tes, sólo por vivir tranquilos y en paz debiéra– mos evitar el pecado grave y vivir santamente. 6.º Esclaviza la libertad. El que comete el pe– cado es siervo clel pecado (78). El alma que co– mete la culpa, sobre todo si es frecuente y habi– tual, se hace casi sierva o esclava del vicio. Le falta la gracia santificante, se disminuyen las gra– cias actuales, falta el vigor moral, se debilita la, voluntad, las recaídas van .formando hábito, las pasiones se excitan más, el demonio la tienta con más fuerza, se ve como arrastrada al pecado. El mundo la brinda con sus placeres, las pasio– nes con sus satisfacciones, las vanidades con sus encantos; poco a poco parece que va perdiendo los sentimientos delicados, el conocimiento sobre– natural, los gustos espirituales; no ve, ni oye, ni siente, ni desea más que el placer brutal. Corre en busca de placeres, de amistades, de ocasiones; se precipita de abismo en abismo, hasta que ya est'\ tan ligada, que le parece imposible salir de ese estado de pecado. Su libertad se hace esclava de la maldad... ¡ Oh, qué terrible es llegar a ese estado de ánimo! ... (74) Miser factus sum, et curvatus smn usque i1, Ji– nem: tata clia contristatus ingredicbatur. Ps. XXXVII. 7. í75) JI Sent., d. 36, a. II, q. 1, ad 2, t. II, p. 849. (76) Sci.to, et riele qui malwn et amarmn est reli– Q1li'se Dominmn Deum tuum. Jer., II, l. (77) Tribulatio et angustia in omnem animmn homi– nis overantis 11wlmn. Rom., II, 9. (78) Omnis qui facit peccat111n, servns est peccati. loan., VIII, 34.

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