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144 «ALVERNIA» --------- San Pedro Crisólogo esta fealdad del alma que pierde la gracia: «Luego que el alma se separa del cuerpo, en éste viene el hedor, la corrupción, la podredumbre, los gusanos, el polvo, el horror y las demás cosas detestables a la vista. Luego que Dios se separa del alma pecadora, viene el hedor de los pecados, la corrupción de los críme– nes, la podredumbre de los vicios, los gusanos de la conciencia, el polvo de la vanidad, el horror de la infidelidad, y se hace en el sepulcro vivo del cuerpo el funeral del alma ya sepultada» (67). 3. 0 Despoja ele los méritos. Por el pecado mor– tal se pierden los méritos de las buenas obras hechas en gracia. El Profeta Ezequiel dice que todas las justicias que había obrado ya no serán recordadas (68). El hombre, pecando, pierde to– dos los méritos que tenía y se hacen inútiles para la gloria. De tal modo, que si el pecador muere en la culpa grave, de nada le servirán las misas, las comuniones y los sacramentos recibidos, lcts penitencias, los ayunos, las mortificaciones, la observancia, las austeridades, las privaciones... , todo cuanto bien haya hecho quedará olvidado. Esos inmensos tesoros acumulados con muchos sacrificios durante su vida, se pierden en el nau– fragio del pecado. Sucede lo mismo que a un co– merciante que transporta inmensas riquezas de un país extranjero, donde ha consumido su vida especulando y trabajando. Regresa contento y alegre a su patria para pasar descansadamente su vida; pero durante la travesía se levantan tempestades, viene un fuerte ciclón, naufraga la nave y pierde sus riQuezas. Así sucede al alma; cuando naufr:1,ga en el mar del pecado, pierde todas las mercancías adquiridas. El pecado es también como un ladrón que nos roba en un mo– mento todos los billetes y todas las joyas con que esperábamos comprar el reino de los cielos. ¿Qué desgracia no seria la nuestra, si después de trabajar y sudar por acumular riquezas celes- (67) Scrm,, 19, M, P. L., t. LII. col, 252, (68) Omnes iustitiae eins, quas fccerat, non recor– dabuntur. E::;eq,, XVIII, 24.
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