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DÍA III.-«DIES COMPUNCTIONIS)l 143 y Maria; se condolían los amigos, los Apóstoles y hasta el mismo Jesucristo derramó lágrimas por la muerte de su amigo Lázaro _(64). Estaba ya en el sepulcro sin vida, sin movimiento; era un cadáver que olia mal. Eso sucede en la muerte espiritual del alma por el pecado. Lloran los Angeles y los Santos, y hasta el mismo Dios se conmueve de dolor por la pérdida de un al– ma: ésta queda sin acción y sin movimiento es– piritual, como un cadáver fétido ... Con la pér– dida de la gracia se pierde también su gloriosa corte de virtudes infusas y dones sobrenaturales gratuitos que la acompañan. Permanecen sólo la fe y la esperanza, pero sin la caridad que las informa. A esa gravisima pérdida se pueden apli– car lt1s palabras que Jeremías profirió sobre Je– rusalén destruida, tipo del alma: ¡La ciudad que estaba llena de pueblo se siente ahora solita– ria! (65l. Antes del pecado, en el alma habita– ban la Santísima Trinidad, las virtudes infusas, los dones del Espíritu Santo; después del pecado todos esos dones desa,parecen y queda el al– ma sola y desolada ... De aquí se sigue también la fealdad del alma. Por la gracia santificante y las virtudes, el alma adquiere una hermosura especial, que se ensalza Pn el Cantar ele los Cantares por la hermosura de la esposa, figura del alma justa. Con el pe– cado se pierde esa hermosura, y el alma adquie– re lo que los teólogos llaman macula peccati, la mancha del pecado, que ensucia el alma como las manchas materiales ensucian los cuerpos y los vestidos... Esa fealdad la describe Jeremías diciendo: Hizo elesaparec,:r todo decoro de la hija ele Sión; elestruyó todo lo que en ella era hermoso a la vista; se ennegreció con carbones su cara, ele tal modo, que ya no es conocida en las plazas; la piel se adhirió a sus huesos, se secó y se ha hecho un leño (66). Brevemente desc11ibe (()4) Joan., XI. 35. 165) plena populo Thren., I, 1. (66) Thren., I, 10. rr. IV, 8.

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