BCCCAP00000000000000000000622
DÍA III.-<<DIES COMPUNCTIONIS» 139 tro hijo; pero siquiera admitidme como uno de vuestros esclavos (52); me arrepiento de mis in– gratitudes. no quiero ofenderos más en adelante.. V. EL PECADO MORTAL CONSIDERADO CON RESPECTO A JESUCRISTO La infinita justicia d2 Dios exigía una satis– facción condigna del pecado. y ningún precio satisfizo a Dios sino la sangre de su Hijo. La Redención es, pues, el precio condigno del pe– cado. Lo afirma S. Pedro cuando dice: ((Habéis sido redimidos, no con el oro y la plata corrup– tibles, sino por la preciosa sangre del Cordero In– maculaclo, Cristo (53l. Jesucristo fue quien pa– deció por nosotros, nos redimió y lavó nuestros pecaclos en su sangre (54). Ahora aviva la fe y considera lo que hizo y padeció Jesucristo por nosotros. Descendió del cielo, padeció pobreza, humillaciones, cansancio, hambre, sed, trabajos, persecuciones, calumnias, injurias, deshonras, ultrajes, insultos, bofetadas, azotes, espinas, clavos y muerte de cruz... Para redimirnos bastaba un solo suspiro, una sola go– ta de sangre, pues la acción de una Persona in– finita tiene un valor también infinito; pero no: obró con generosidad, para que aprendiéramos su inmensa caridad y ia malicia de nuestros pe– cados. En esto hemos conocido la caridad de Dios, en que düí su vida por nosotros (55). Y hemos de notar que con el mismo afecto padeció por todos y cada uno de nosotros en particular; así lo de– clara S. Pablo cuando dice: que Cristo le arnó y se ofreció en la Cruz por él (56). (52J Luc., XV, 18 y sigs. (53) Scientes quocL non corruptibilibus auro, vez ar– gento redempti estis ... sed pretioso sanguine quasi Agni Immaculati Christi... I Petr., I, 18 (54) Lavit nos a peccatis nostris in sanguine suo. Apoc., I, 5. (55) In hoc cogniviniics charitatem Dei, quoniam ille animam suam pro nobis posuit. Joan, III, 16. (56) Qui dilexit me, et tradidit semetipsmn pro me. Gal., II, 20.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz