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DÍA III.-((DIES COMPUNCTIONIS►) 131 ---------- como una cosa material (26). San Buenaventura parece que opina que consiste formalmente en la aversión (27). Es una cuestión teorética que poco nos importa. La doctrina cierta es que todo pe– cado mortal incluye estas dos cosas: separación de Dios y conversión a la criatura; lleva consi– go un desorden grave, una desobediencia formal, un desprecio ofensivo. Para el pecado mortal se necesita materia grave, intención del legislador de obligar bajo grave, advertencia plena, consen– timiento perfecto. Si falta alguna de estas con– diciones no es mortal. Los pecados veniales no separan del último fin, sino más bien le retar– dan \ 28) ; S. Tomás dice que son más bien prae– ter leuem que contra legem (29). Difieren tam– bién en sus efectos. Por el pecado mortal se pier– de la gracia santificante y se adquiere reato de condenación eterna; mientras que por el venial no, co:no veremos en su lugar. Pr2supuestas estas breves nociones del pecado mortal, vamos a considerar:o desde algunos aspec– tos para c¡ue nos excitemos a aborrecerlo más y má:S, viendo la malicia que encierra y las terribles consecuencias que se siguen. II. EL PECADO ES UNA DETESTABLE REBELION CONTRA DIOS El bmn orden exige que todo siervo se someta a su señor, todo hijo a su padre, todo vasallo a su rey y toda criatura a su Criador. Dios es nues– tro Dueño, porque de Él dependemos en absoluto; Es nuestro Padre, porque nos trajo a la vida; es nuestro Rey, porque tiene absoluta potestad so– bre nosotros. Justo es, pues, que el hombre se sujete a Dios (30). 1\hora bien: ¿qué hace la criatura cuando pe- i 261 III, e¡. 86, a. 4, ad. 1. lJreeil., III, cap. 9. t. V, p. 238. I, II. e¡. 5; I, II, cL 35, e¡. 1, a. 2, ad 2. De Malo, ad 1; I, II, e¡. 88, a. 1, ad 1. .rustmn essc Deo. Il Mach., IX, 12,

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