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130 «ALVERNIA» ró.» Dios d'.ce: «Te mando hacer esto», y el hom– bre contesta: «Pues no lo haré ... » ¿Qué cosa es el pecado mortal? Es un acto consciente y vo– luntario por el que nos separamos de Dios, nues– tro último fin, convirtiéndonos libre y desorde– nadamente a algún bien creado. San Buenaven– tura dice que pecado mortal es la actual separa– ción del primer principio, por el desprecio que se hace dc,l mismo principio o de su precepto (22). El pecado mortal es, pues, un acto moral perfec– tamente libre, con el cual de tal manera abraza el hombre el bien creado prohibido por la ley divina, que viene a separarse totalmente de Dios, su último fin. En el pecado mortal hay dos co– sas: conversión a las criaturas y aversión a Dios. La voluntad del hombre siempre obra por un bien real o aparente. En el pecado mortal, la voluntad se convierte a un bien aparente, gravemente pro– hibido por la ley de Dios, y en eso consiste la malicia: abrazar el bien aparente, sabiendo que está prohibido por Dios. No es malo gozar de los bienes en sí; lo es gozar de esos bienes contra la voluntad de Dios, que es Dueño absoluto de todo lo creado. La aversión de nuestro último fin se llama apostatar de Dios, separarse de Dios (23J. San Pablo, tratando de ciertos peca– dores, dice: cuyo fin es la perdición, cuyo Dios es el rientre (24), significando que el pecador ama más las cosas creadas que a Dios. El hombre se separa de Dios, bien infinito, para buscar un bien finito prohibido; se junta con las criaturas en vez de permanecer unido al Creador. Se disputa entre los teólogos cuál es el cons– titutivo formal del pecado, si la aversión de Dios o la coni:ersión a la creatura. Santo Tomás dice que formalmente consiste en la aversión (25), y en otro lugar que la culpa mortal abraza las dos cosas: la aversión de Dios y la conversión a las criaturas; aquélla como una cosa formal, ésta (221 IJrri•i, p. III, c. D. t. V. n. 238. 1231 Ec,..li., X. 14: XXXIII, 12; Sa¡i. I, 13. 124) Pl1il .. III, Hl. i 25¡ II, II, r¡. 20, ll. 3; II, II, q. 118, ll. 5.
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