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DIA III Conferencia I (VIII) DEL PECADO MORTAL Qui facit peccatmn, hostis est ani– mae suac. El que comete el pecado es enemigo de su alma. , Tob., XII. 10.J l. Consideramos q;,1e el fin del hombre es dar gloria a Dios en el tiempo y en la eternidad. Tri– butará a Dios esa gloria sirviéndole y amándole en esta vida y poseyéndole en la otra. La gloria de Dios y la felicidad propia se obtienen sirvien•– do exclusivamente a Dios. «De nuestro corazón no podemos hacer dos partes, dando una a Dios y otra al mundo o al diablo; debemos dar a Dim, el corazón integro», dice S. Buenaventura (1). Je– sucristo por S Mateo nos dice que es imposible servir a dos señores (2) contrarios en sus precep– tos y en sus voluntades. No es posible tener si– multáneamente el espíritu de Dios y el espíritu del mundo; la gracia y el pecado no pueden coavivir en un mismo sujeto ... 2. ¿,Cómo h,:cmos de servir a Dios prácticamen– te? Todo su servicio se encierra en estas dos co– sas que nos indica David: Apártate del mal y olJra el bien (3). El servicio de Dios exige huir del pe– cado, observar los Mandamientos y cumplir los deberes personales. Tuve odio a Za iniquidad y la 1 l I Ser111. I ele Nc1110 potcst Declina a
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