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122 (( A L V E !1 N I A )l jo! Méritos inmensos con obras ordinarias, a ve– ces indif<'rentes y sin valor ante los hombres. ¿Qué es lo que distingue a un religioso del otro? Todos oyen la misa, todos comulgan, todos se con– fiesan, todos hacen obras de caridad, asisten al coro, a los actos comunes de observancia; todos llevan el mismo hábito y profesan las mismas re– glas o constituciones... Esto no obstante, unos llegan a la perfección, se hacen santos; y otros, con el mismo tenor de vida, apenas dan un paso en la perfección... Si queremos investigar las cau– sas, una de ellas será la diversa manera de obrar interiormente. El religioso santo acompaña la obra exterior con e;;;píritu interior; toda acción está un!da a una intención muy elevada; hace la vida ordinaria y común de una manera extraordin3.– ria, que no es a todos com,ín. Si ora, si ca:-ita, si se recrea, si come, si duer:ne, si obra con ca– ridad. si soporüi las cruces. las inclemencias del tiempo ... , las au~ter:dades de la vida religiosa .... no lo hace por caprlcl1o. ni por costumbre. ni por rimor proDio. n 1 por vanidad, ni por respeto hu– mano ... Lo hace sólo por Dios y para Dios. Los hombres, los cristianos, y con mayor moti– vo los religiosos, debemos ser los po:::tas q_ue can– ten la gloria de Dios cont'.'mpl::mdo las maravi– llas ele la naturaleza y de la gracia, la bondad y la belleza. el gozo y el dolor, la vida y la muerte. Recogiendo todas las ins9iracion2s y todas las vo– ces dispersas por el 1miverso mundo, cantemos el Be,wdicit1; om.nia 01Jera Do·nini Domino. Los hom– br~s d?bernos ser los sacenlotcs de Dios que en el universo encuentran unct multitud de víctimas para sCJ.crifica.r al Dios supremo: porque cuantos son los placeres y las cr:aturas de las cuales nos privamos pera servir a Dios. s0:1 otros tantos los sacrificios que ofrecemos al culto de la divina Majestad. Los hombres deben ser los santos que se sirvan de todo para practicar la virtud, agra– dar a Dios. bendecirle y glorificarle. Los hombres debemos ser los apóstoles, que con los empleos, las palabras. las obras. excitemos a nuestros her– manos a conocer, a amar y servir a Dios, de tal

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