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121 mareas, los vientos, las corrientes y otros agentes naturales que le empujan en diversas direccio– nes; es necesario que el piloto corrija con el ti– món las desviaciones de su linea marítima y que regule su rumbo ... Semejante cosa acontece con nuestra voluntad; no basta enderezarla una vez, ni dos, ni cada mes, ni cada día, sino frecuente– mente, varias veces al día, dirigirla hacia Dios; corregir sus desviaciones. purificarla de sus im– purezas. Por medio de un acto explicito de la vo– luntad, de un acto de amor, de una breve jucu– latoria, dirigir de nuevo nuestras intenciones so– brenaturales para que todo vaya bien ordenado a la mayor gloria de Dios, santificación nuestra y b:e!1 del prójimo ... V. Hacer las obras con fervor. Se pueden ha– cE,r las obras y hacerlas con buena intención, pero remisamente, flojamente. Debemos hacerlas con fervor, con buen ánimo, con toda la energía de nuestra voluntad, poniendo en ellas toda nues– tra alma. De esa manera corresponderá mejor a las gracias actuales, aumentará continuamente el fervor y el mérito de nuestro bien obrar... Si obramos así, se cumplirá11 las palabras del libro de la Sabiduría: Con lo poco que vivió, lle– nó la carrera de una larga vida (189). Sí queremos hacer grandes progresos en la per– fección, sin hacer nada extraordinario, llegar a una santidad extraordinaria, sin ser conocidos de los hombres por santos y serlo reaimente de– lante de Dios, obremos de la manera dicha. He aquí el secreto de muchos santos que pa– saron por este mundo sin obras de admiración, escondidos y humildes, sin ruido y sin aplausos. Sus almas, unidas siempre a Dios por la rectitud de intención; su querer dirigido sólo a hacer la voluntad de Dios; su obrar continuo por la ma– yor gloria de Dios, les elevó a la cumbre de la santidad. ¡Qué consuelo a la hora de la muerte haber adquirido muchos méritos con poco traba- , 188) Sap., IV, «ALVERNJA)} in lJrcci e.rplecit temporu multa, D
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