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12 ((ALVERN!A)) predicación. Las exhortaciones y conferencias no deben dirigirse sólo a los simples e ignorantes; son útiles a todos los hombres y a todas las cate– gorías de personas, desde el Papa hasta el último fiel cristiano. San Pablo dijo que la fe entra por el oído .00). Las verdades reveladas generalmente se enseñan por la palabra hablada o escrita; y la palabra hablada suele ser más eficaz y suges– tiva que la escrita. El libro y el predicador son apóstoles enviados por Dios que nos dicen con sinceridad las verdades que debemos creer y las cosas que debemos practicar. En los Ejercicios no expondré una doctrina nueva, no voy a disertar sobre sistemas filosóficos, ni a demostrar teore– mas, ni a clasificar ciencias; sino a predicar con sinceridad y con sencillez las verdades de nuestra fe, la doctrina de la Iglesia, la ciencia más im– portante de todas, que es la de la salvación del alma. Vosotros ya lo sabéis, lo habréis quizá en– señado, predicado y aconsejado; •sin embargo, os será siempre útil recordarlo y meditarlo de nuevo ... 4. Es evidente que el predicador no viene a hacer la apología de su vida, ni a ponerse por modelo de perfección; sería insensatez y sober– bia sólo pensarlo. Los modelos que debemos imi– tar, la vida que .debemos seguir son Jesús, María Santísima y los Santos canonizados; los que so– mos todavía viadores, llenos de pecados e im– perfecciones... , no somos modelos de imitación. Por esto os recomiendo con todo encarecimiento que en todas las ocasiones que os hable tengáis presentes aquellas palabras del Evangelio: Ob– servad y haced lo que os dijeren; pero no ha– gáis según sus obras (11). Las cosas que os diré, la doctrina que os predicaré, será recta, sólida, santa, evangélica... ; seguidla sin reparo y sin miedo; pero los malos ejemplos, las imperfeccio- (10) Fides ex audit1t, Rom., X, 17. (11) Quaecmnque díxerint vobis, servate et facite: secund11.rn vP:To opera eorum nolite facere, Matth., XXIII, 3 y sigs.

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