BCCCAP00000000000000000000622

DÍA II.-«DIES COGNITIONIS)) 119 se acostumbra a hacer las cosas por costumbre y como por rutina, sin fijarse en lo que hace; obra a veces como por instinto, o, mejor aún, con una especie de necesidad que le convierte en máquina inconsciente. Canta o reza como un loro o como un gramófono. Es nr:ces::i.rio obrar como hombres raciona:es, con la debtda atención y devoción, re– flex:onando en lo que se hace. Age, quod agis! Dirigir ll1 mente a Dios con frecuencia y obrar por su amor, debe ser un cuidado especial en las personas rutinarias. V. '.\'!EDIOS P,\RA HACER BIEN LAS OBRAS ?~ra no dEj,rn-'.)s Ervür de l::l rutina o caer c 0 :1 oiros defectos que malogren o disminuyan el v:1~or de nuestras obrns, nos hemos ele servir de algunos medios. I. La presencia de Dios. Considerar que Dios nos ve y está presente a todos nuestros actos, in– terr.os y externos; rcfi':'xlonar sobre nuestros ac– tos: ¿quién es el Seüor u quien servimos? No es– tamos delante del rey o del Papa, ni de otro per– sonaje ilustre. Estamos delante de: Dios, acompa– ñado de los coros angélicos ... Nos ayudará mucho obrar con espíritu de fe, vivir una vida intcr.'.or y de recogimiento; tener algunas máximas prontas para pensar en ellas; servirnos de jaculatorias ardientes, de invocacio– nes humildes, de coloquios con nuestro amante Jesús. II. Conducirnos como si fuera el último día de nuestra vida. Si Dios nos revelara que dentro de muy breve tiempo moriríamos, el tiempo que nos restara lo procuraríamos aprovechar bien; ha– ríamos las obras con la mayor devoción y fenmr posible. Pues bien: esa cuenta nos debemos hacer al obrar, y decirnos: Quizá ésta sea la última mi·· sa, el último oficio, el último rosario, la última confesión, la última comunión, etc. Has de orde– nar tu vida como si siempre hubieras de morir.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz