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DÍA II.-«DIES COGNITIONIS)) 113 Para que una obra sea íntegramente buena es necesario Q_ue todos estos elementos sean rectos; de lo contrurio, sE:rá más o menos viciosa, según el axioma moral: Para el bien se necesita inte - gririad; }Jara el mal, basta cualquier defec– to 0771. Supuesto que el objeto y las circunstan– cias sean buenas, vamos a ocuparnos sólo del fin del agenV: en el obrar; porque en él está princi– palmente lo que en la vida de perfección se lla– ma rectitud o pureza ele intención en las obras ... Todas las demás nocion2s las dejamos para los tratados de Moral. 5. ¿Qué es, pues, rectitud de intención? Es la bo:1dad del motivo quc nos impulsa a obrar, o sea el acto de la voluntad que, explícita o implí– citamente, dirige las obras a fines honestos. Para ser meritorias deben ir informadas por motivo sobrenatural de tPmor, de esperanza o de amor. Todo acto bueno se refiere a una virtud, y toda virtud a la caridad, que es la reina que las manda a tedas. La caridad, siempre activa, las di– rige a Dios. El guía de tu cuerpo son tus ojos; si tus ojos fueren simples, todo tu cuerpo será lú– cido < 178). Dios no se fija tanto en la entidad de la obra, si es gr::mcle o pequefüt, de estima o de desprecio, públ'ca o privada; se fija más en la intención con que s 0 ejecuta; porque la inten– ción puede cambiar las obras más ordinarias e insignificantes en gr'.lndes y extraordinarias, si se hacc'n con intención muy elevada y por mo– tivos de ardiente caridad divina. Si blen todo acto humano honesto referido a Dios, explicita o im– plícitame.!lte, puede ser meritorio, sin embargo, puede admitir grados, según que el motivo sea más o menos perfecto ... (177} Bonun2, ex i.nLeQrcr cLLusu~ m.aln.in ex CJUOCU?llCtlle c/CfPC/U. (178) Lucerna corJJOris t u.i est ocul-us t-uus Si oculus tn11s fucrit .ei1,1p/c.r, totnn1. corpus luciclum crit. Matth., VI, 22.
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