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DÍA II.--<<DIES COGNITIONISl) 107 tudes ... Por las buenas obras, por la santa vi– da, es como aseguraremos nuestra eterna salva– ción. 13. Nuestro divino Salvador nos dice: El ca– mino que conduce a la vida eterna es estrecho y ard,w, y son ]Jacos los que entran por el llG9í. El camino que conduce a la perdición es ancho, fácil, cubierto de rosas; p~ro el que nos conduce 2, la felicidad eterna es c.,1gosto, escabroso, lleno de espinas, de cruces, de mortiílcaciones ... ; no seamos del número ele los muchos que van en busca de las flores que se marchitan; seamos de los pocos que buscan la cruz que salva, El reino de los cielos ]Jadece violencia, y sólo los que se la hacen a si mismos le arrebatan (170). ¿Qué no hicieron los santos para adquirirle? Unos se retiraron al desierto; otros, a los con– ventos; aquéllos hicieron larguísimas peregrina– ciones a pie; éstos, acerbas y espantosas peniten– cias, y todos cumplieron los mandamientos, sus obligaciones generales y particulares... Estimu– lados todos con sus ejemplos, trabajemos por nuestra salvación como ellos trabajaron, y cier– tamente conseguiremos la corona de gloria sem– piterna. 14. Jesucristo dice que el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el cam– po ( 171); a una vifia que es necesario cultivar– la (172); a los talentos que es preciso negociar con ellos... (173). Trabajemos para encontrar ese riquísimo tesoro; cultivemos la vifrn de nuestra alma para que dé frutos de santidad; negocie– mos con el talento que Dios nos ha dado, y no le enterremos como el perezoso del Evangelio... 15. Salvemos, pues, nuestra alma, la criatura más excelente del mundo visible, imagen de Dios, Quarn anausta, et panci snnt qui (170í Regnum caeZorurn piimt illud. Matth., XI, 12. ( 171) Matth., XIII, 44. (172) Matth., XX, 1 y sig. ( 173) Matth., XVIII, 24 y síg. via, quae diwi.t ad Matth., VII, 14. et violenti ra-

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