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100 ({ALVERNIAll ¿Qué busca con sus predicaciones, con sus ayu– nos, sus milagros, sus correrías en la vida públi– ca? Busca la salvación de nuestras almas. Ani– ma tanti vales! 7. Más todavía... Para salvarnos bastaba su Encarnación, un sufrimiento de valor infinito, una gotica de sangre divina en la Circuncisión, pero la generosidad infinita de Dios no se con– tenta. Dios no perclonó a su propio Hijo, sino que le entregó por toclos nosotros (153). Le entregó a la más acerba Pasión y a la más ignominiosa muerte. ¿Por qué padece las agonías del huer– to, suda sangre, sufre abandono y desolación de espíritu? Por nuestras almas. ¿Cuál es la causa de su flagelación, de su coronación de espinas. de la cruz pesada que carga sobre sus hombros, de los escarnios, de las befas, de las injurias? La salvación de nuestras almas. ¿Por qué rnbe al Calvario, es suspendido en la cruz, clavado como infame en un madero, colocado entre dos ladro– nes, perforados sus pies y manos con duros cla– vos, atravesado su pecho ron una lanza? Por la salvación de las almas Consideradlo clavado en la cruz, que os dirige aquellas palabras: ¡Toclo está consumado! (154l. He verificado la obra grandiosa que me encomendó mi Padre celestial, he redimido al mundo, he sat 1 sf~cho por el hom– bre prevaricador. ;Qué más drbía hacer'? (155). ;.Qué mú:: pedís? Anima tanli i:r11es? Allria mía, va– les tanto romo la v:rh. la pasión, la ffi'F'rte. la sangrr de un D'os .. Por e"tri dicr S. Pab'o: fla– lJéis siclo rescatados vor un precio muy gran– de (156), por el precio infinito d0 la san2:re del Cordero Inmaculado sacrific:::do nor vuestros pe– cados. ;,Despreciaremos la salvación d0 un alma que vale tanto? ,:.Conculcaremos esta iova que se vende a tan el2vaclo precio? Considerando lo que 110n nenerPit, red pro nobis VIII, 33. XIX, 30. cst q1LOci. clc/nti jacerc rincae mea/' ... et non Is., V, 4. Einpti estis vrctio magno. l Cor., VI, 20.
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