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82 P. I.-MISIONOLOGÍA DOCTRINAL Patrem, qui Ecclesiam non habet matrem (34). Habla frecuente– mente de la Iglesia en sentido de Iglesia universal. Él la compara al sol, cuyos rayos se difunden por toda la tierra, y a un árbol frondosísimo, cuyas ramas cubren el universo: Ramos sU08, in universam terram, copia ubertatis extendit (35). 102. 8) Lactancio.-Lucio Cecilia Firmiano Lactancia, llama– do el Cicerón cristiano, nació en Africa hacia el 250 y se f'ducó en la escuela de Arnobio, en Cirta. La obra principal de Lactan– cia es su apología del cristianismo, Divinae Institutiones (304-315), dividida en siete libros, que forman una verdadera teología siste– mática latina. Hablando de la Iglesia, dice que había extendido sus brazos de Oriente a Occidente; de manera que no había ya lugar en la tierra tan remoto al cual no hubiera llegado la verda– dera religión; ni nación tan feroz y salvaje cuyas costumbres no hubiera suavizado el culto de Dios (36) ; y sólo la Iglesia católica tiene el culto verdadero (37). 103. A la evangelización de los misioneros y a la labor cien– tífica de los escritores debemos añadir también la penetración íntima de las Escuelas Catequistas de aquel tiempo, donde metó– dicamente se exponían las doctrinas de nuestra fe y se formaban tantos escritores. Recuérdense las Escuelas de Alejandría de Egip– to, de Cesarea, de Palestina, de Roma, de Capadocia, de Antioquía y de Edesa (38), cuyo influjo e irradiaciones ahora no podemos detenernos a narrar. ~ III.-PADRES DE LOS SIGLOS IV y V. 104. Estos dos siglos forman la edad ele oro de la antigua lite– ratura eclesiástica; porque existieron numerosos y profundos ge– nios que produjeron obras magistrales en todos los ramos de la ciencia sagrada (39). En cuanto se refiere a nuestro asunto, pode– mos afirmar que no son menos abundantes ni de menos autoridad las ideas misionales de los autores eclesiásticos de estos dos siglos. A cada paso encontramos en sus escritos alusiones o explícitas afirmaciones a la universalidad de la Redención, a la extensión de la Iglesia por todos los países de la tierra, a la necesidad que tie– nen los gentiles de entrar en ella, si quieren salvarse, y a la obli- (34) De unitate Ecdesiae, 6, P. L., 4, 519. (:l5) Ibid., P. L., 4, 518. (36) De marte persceut., c. 3. P. L., 7, 200. (37) Divin. Instit., lib. IV, De i:era sapientia et rclig.. cap. XXX, P. L., G, 542. (38) Mo""TALB.\N, ManuaL de Hist. de las Misiones, p. 111, Pamplona, 1939; CAYRJÍ, o. C., I, pp. 286-290. (39) Para informarse del ambic,nte histórico de este neríodo, de sus caracteris-– ticas científicGs. tPndencias doctrina:rs, herejías, etc., .puede consultarse CAYnr7:, o. c., pp. 299-308, 376-383.

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