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CAP. II.-FUNDAMENTOS TRADICIONALES 81 milites, populi. Hos omnes vicit, quippe quae doctrina Dei erat et' natura hujusmodi, quae nec impediri posset et adversarios omnes superaret. Graeciarn ornnem, maiorem barbararum gentiurn partem subegit innumerasque animas ad Dei culturn, quern doce– bat, adscivit (27). Podemos decir que Jesús dominó toda la tierra, porque de todas las naciones concurrió a Él multitud de creyen– tes (28). Esta expansión del cristianismo era debida no sólo a la eficacia de la doctrina en sí misma, sino también a la actividad misionera de los fieles que trabajaban por la dilatación del reino de Cristo: «Los cristianos - dice el maestro alejandrino-, en cuanto depende de ellos, trabajan por extender su doctrina por el universo entero. Para este fin, algunos se han tomado el trabajo de recorrer, no sólo las ciudades, sino también los pueblos y al– deas, para atraer a los demás al servicio de Dios» (29). 100. 6) Tertuliano. - Quinto Septimio Tertuliano nac10 en Cartago hacia el 160, de una familia pagana. Apenas convertido (hacia 195), empezó a defender el cristianismo con ardor. Su vida religiosa comprende tres períodos: católico (195-206), semimon– tanista (206-212), montanista (213-250?) (30). Dirigió su célebre Apoiogeticum a los presidentes de las provincias, incitadores de la persecución contra los cristianos, acusados principalmente de los crímenes de laesae divinitatis et laesae augustalis majestatis. En esta obra muestra una fuerza dialéctica v una elocuencia admirables. Hablando de la prodigiosa propagación del cristianis– mo, son clásicas aquellas conocidas palabras: «Somos de ayer, y lo llenamos todo: las ciudades, las islas, los municipios ... , los mismos campamentos ... , hasta el senado y el foro; sólo os deja– mos los templos» (31). Y en otra parte, encomiando el heroísmo de los mártires y su influjo en la conversión, escribe: Cruciate, torquete, damnate, atterite nos; prrobat.io est enirn innocentiae nostrae iniquitas vestra (32). «Cuanto más nos segáis, más nume– rosos nos hacemos ; la sangre de cristianos es semilla» (33). 101. 7) San Cipriano.-Probablemente nació en Cartago, ha– cia el 200, de una rica familia pagana. Fué un excelente obispo, fecundo escritor e insigne mártir O 258). Escribió un importan– tísimo tratado De catholicae Ecclesiae unitate. El amor a la Igle– sia es una de las características principales del celoso Pastor. Este amor le dictó aquella frase inmortal: Habere jam non potest Deurn (27) Contra Ccls.• I. 2G, 27. P. G .• XI. 710 y sic;s. 12ln In lib. Nave. IIomil. XV, P. XII. 905. (2'll Contra lib. III, n. IX. P. G.. 931. 1:JO) Cfr. CAYRÉ, o. c .. I, p. 221. (31) Apo/Og., :n, P. L., I, 523. (32) Anoloq., 50, P. L.. I. G02-G03. 1:J;J) Apolog., 50, P. L., I, G03.

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