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CAP. I.-FUNDAMENTOS BÍBLICOS 67 sente, ni lo venidero, ni las virtudes, ni la altura. ni la profundi– dad, ni ninguna otra criatura podrá arrancarnos al amor de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señorn (190). Estas y otras muchas ex– presiones nos revelan su íntima unión con Cristo: Mihi enim vi– bere Christus est (191). f) AMOR PATERNO AL PRÓJIMO.-San Pablo fué humano, agra– decido y delicado para con todos, pero de una manera especial para con sus amigos y cooperadores, enviándoles sus saludos paternos hasta nominalmente. Tiene recuerdos y ansiedades de madre para con los fieles, como cuando dice a los Gálatas: «Hiios míos, por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo for– mado en vosotros» (192). Manifiesta sentimientos de compasión por los incrédulos judíos. Os digo la verdad en Cristo. no miento, y conmigo da testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo, que siento una gran tristc,za y un dolor continuo en mi corazón. por– que desearía ser yo mismo anatema de Cristo nor mis hermanos. mis deudos según la carne, los israelitas (193). Se regocija con los Filipenses y les llama «hermanos míos amadísimos y muy desea– dos, mi alegría y mi corona, perseverad firmes en el Señor carí– simos» (194). El corazón de Pablo es un volcán de amor. g) EsPÍRITU DE SACRIFrcro.-Del amor de Cristo Jesús y del celo por las almas procede el amor al sacrificio que brilla en su vida misionera. Dejemos que él mismo describa su apología en de– fensa de sus émulos. ¿Son hebreos? También yo. ¿Son israelitas? También yo. ¡,Son descendencia de Abrahán? También yo. ¿Son ministros de Cristo? Hablando en locura, más yo; en muchos tra– bajos, en muchas prisiones, en muchos azotes, en frecuentes peli– gros de muerte. Cinco veces recibí de los judíos cuarenta azotes menos uno. Tres veces fuí azotado con varas, una vez fuí apedrea– do, tres veces naufragué,. un día y una noche pasé en los abismos del mar; muchas veces en viajes me vi en peligros de ríos, peli– gros de ladrones, peligros de los de mi linaje, peligros de los gen– tiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre los falsos hermanos, en trabaios y miserias, en prolongadas vigilias, en hambre y sed, en ayunos frecuentes, en frío y desnudez; esto sin hablar de otras cosas, de mis cuidados de cada día, de la preocupación por todas las Iglesias (195). En otra parte prueba cómo ejerció su ministerio y se mostró como minis– tro de Dios «con mucha paciencia, en tribulaciones, en necesida– des. en angustias, en azotes, en prisiones, en tumultos, en fatigas, en desvelos, en ayunos, en santidad. en ciencia, en longanimidad, (190) Rom .• VIII, 35-38. (191 l Pllil., I. 21 (192) Gal., IV. 19. (193) Rom., IX. 1-4. (194) Phi!., IV, l. (195) II Cor., XI, 21-28.
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