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62 P. I.-MISIONOLOGÍA DOCTRINAL 66. Bautismo de Cornelio el Centurión.-Terminada la perse– cución de las Iglesias de Judea, de Galilea y de Samaria, San Pe– dro, como Pastor Supremo de la nueva grey, las visitaba y ponía en orden todas las cosas. Sucedió que a un hombre de Cesarea, por nombre Cornelio, centurión de la cohorte llamada Itálica, fe le apareció un ángel y le ordenó que enviara legados a Jope para llamar a Simón po.c sobrenombre Pedro. Este, estando en oración, tuvo una visión en la cual se le representó un grande lienzo atado por los cuatro extremos, que bajaba del cielo a la tierra. En él :;e contenía toda clase de cuadrúpedos, el<:' reptiles y de aves. Y oyó una voz que decía: Pedro, levántate, mata y come. Respondió Pedro: Lejos de mí tal cosa, Se– ñor, porque nunca comí lo común e inmundo. Y otra vez escuchó la voz que le dijo: Lo que Dios ha purificado, tú no p 1 .;erle,; llamar común e in– mundo. En el mismo momento llegan los enviados ele Cornelio y le exponen su comisión, y Dios le dió a entender el significado de la visión. Marcha al siguiente día a Cesarea, llega a la casa de CorneliD y se explican mutt;amente las visiones que habían tenido. San Pedro conoce que Dios no e:; acl·ptador de personas. sino que todo el que le teme y ama la justir·ia le es ;cc",'pto. Evangelizó a Cornelio y a todos los que allí habían concurrido; hizo que H' bautizaran, y des<'endió sobre ellos el Espíritu Santo, y Ee alegraron pur la misericordia que Dios había obrado en ellos. San Pedro va hwgo a Jerusa– lén, y, reprendióndole algunos de lo que había hec·ho con los gentiles, les expone cuanto había ocurrido; aprueban su modo de proceder, y glorifican al Señor (175). En este hecho se ve expresamente la voluntad de Dios de ev::rn· gelizar a los gentiles, y queda ya oficialmente iniciada su con– versión por el Príncipe de la Iglesia. 67. Concilio de los Apóstoles. - No acabándose de convencer los judíos que también los gentiles estaban llamados a los bene– ficios de la fe, se oponían a su entrada en la Iglesia, o, por lo menos, les exigían la circuncisión y la observancia de otros pre– ceptos legales. Los Apóstoles se reunieron en Concilio en la ciu– dad de Jerusalén-el primero que hubo en la Iglesia-para resol– ver oficial y definitivamente la cuestión. Habló San Pedro, como Cabeza suprema de la Iglesia, y Santiago, Obispo de Jerusalén, defendiendo que no estaban, ni judíos ni paganos, obligados a la circuncisión, ni a otros preceptos de la Ley de Moisés (176). El Evangelio de Jesucristo había de regir en lo futuro a la naciente Iglesia, y esta doctrina habían de predicar los futuros misioneros de todos los tiempos. 68. Dispersión de los Apóstoles y extensión del Cristianismo.– Terminado el Concilio de Jerusalén, los Apóstoles, queriendo dar cumplimiento exacto al precepto del Maestro: Euntes docete (175) Act., caps. X y XI. (176) Act., cap. XV.
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