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CAP. !.-FUNDAMENTOS BÍBLICOS 61 promesas de Jesús. Cumpliéndose los días de Pentecostés y es– tando todos congregados en el mismo lugar, descendió sobre ellos el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego. Y todos, repletos del Espíritu Santo, empezaron a hablar en varias lenguas como Él mismo les inspiraba. La mucha gente que había acudido en aquellos días a Jerusalén los entendía en su propio idioma. Los partos, medos, elamitas, los que moraban en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto, en Asia, en Frigia, en Panfilia, en Egipto y en las partes de la Libia; los romanos, judíos, creten– ses y árabes les oían hablar en las propias lenguas las maravillas y grandezas de Dios. Todos, atónitos y admirados, se preguntaban: «¿Qué es esto?» Entonces San Pedro, Príncipe del Apostolado, dirige a la multitud un elocuentísimo sermón y se convierten cerca de tres mil personas (170). Esta podemos decir que es Ia pri1nera Epifanía de la Iglesia misionera, el primer paso de la Iglesia naciente para la conquista del mundo, sin distinción de razas, ni de lenguas, ni de naciones. Desde esta fecha empezó la marcha triunfal por el mundo y no terminará hasta la consuma– ción de los siglos (171). 65. Aumento de la mies y conversión del etíope.-Viendo los Apóstoles que el trabajo de la predicación aumentaba y las con– versiones crecían de día en día, determinaron elegir siete Diáco– nos para que les ayudaran en los ministerios materiales, a fin de ocuparse ellos exclusivamente de la oración y predicación. Con motivo de una recia persecución que se levantó contra los nuevos cristianos en Jerusalén, se esparcieron por la Judea y Samaria, anunciando la palabra de Dios (172). Felipe, uno de los siete Diá– conos, descendió a una ciudad de Samaria (probablemente Si– quem) y convirtió a mucha gente, incluso a un tal Simón Mago. Oyendo los Apóstoles que estaban en Jerusalén que también lüs samaritanos recibían la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan a confirmar a los bautizados. Y, después de haber evangeli– zado a varios pueblos de Samaria. se volvieron otra vez a Je– rusalén (173). Luego Felipe es enviado por un ángel al camino que desciende de Jerusalén a Gaza, donde se encontró con un etíope, eunuco y valido ele Candace, reina de Etiopía, al cual evangelizó y bautizó. El espíritu del Señor arrebató a Felipe y lo llevó a Azoto, y pre– dicaba pasando por las ciudades hasta llegar a Cesarea (174). (170) Act., II, 41. (171) Cfr. FR. l\inNT,\Lil.\N, S. J., E! tmiversa1ismo inicial de la Iglesia naciente, Bilbao, s. a.; PAULUS AxonEs, O. :\L I., Dcr Missionsgedanke in den Homi!icn des hl. Joh. Chr11w.stomus zur A1wstclgeschichtc, en Zeitschrift f-ilr l't1issionswiss., 1929, t. XIX. pp. 201-225. 117Zl Act., VIII, 5. (17:J) Act., VIII, 25. (174) Act., VIII, 26-40.

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