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APÉNDICES 659 se halla comprendida, en favor de las madres cristianas, una intención especial para que el Señor conceda a todos sus hijos: 1.0 La gracia del Santo Bautismo. 2. 0 La de una buena primera Comu– nión. 3.o La de la perseverancia en Ja prác– tica de la virtud. Pertenecen a esta primera clase des– pués del bautismo hasta Ja edad de doce años. Esta edad es el límite irrevocable. 2.a CLASE DE SOCIOS: Los AGREGADOS, DESPUÉS DESPUÉS DE LA EDAD DE DOCE AÑOS Además de esta primera clase de So– cios, la Obra de la Santa Infancia tiene otra designada con el nombre de Agre– gados, para las r,ersonas de todas edades a partir de los doce años. Independientemente del mérito perso– nal de sus oraciones y limosnas, los Agregados tienen parte en todas las ora– ciones de la Obra de la Santa Infancia, en todas las indulgencias y en los demás favores concedidos por los Sumos Pontí– fices y los Obispos. Socios perpetuos. El Sumo Pontífice tiene concedido el favor de ser miembros perpetuos de la Obra y que ganen todas sus indulgencias a los que, rezando cada día las oracio– nes de la Asociación y no pudiendo, por razones privadas, entregar mensualmen– te la limosna prescrita, hicieren a la Obra, una vez vara siernnre, una limos– na, que no baje ·de cien pesetas (3). § IV.--Condiciones de la Asociación. Para pertenecer a una u otra de estas dos clases de socios se requiere cinco condiciones: 1.a Et bautismo de la I,gJesia católica, único que puede dar derecho a entrar en una Asociación de niños cristianos. 2.a La inscripción en tos cuadros de la Obra. En las Cofradías y Asociaciones piado– sas, la I,glesia tiene generaLmente como muy importante la inscripción en los re– gistros o cuadros, tanto, que la conside- (3) Todo miembro perpetuo de la San– ta Infancia que en Jugar de 100 pesetas haga a la Obra una ,limosna de 300 pese– tas recibirá gratuitamente los Anales du– rante toda su •vida. (Decisión del Consejo Central de 31 de agosto de 1882.) ra como condición indispensable, sin la cual no se puede ganar las indulgencias concedidas. Esta condición no es de ab– soluto rigor en nuestra Asociación; pero es conveniente no abandonarla, ,por ser muy útil, bien para sostener el estímulo, bien para preparar el sorteo de los nom– bres que deben mandarse a las misio– nes (4). 3." La limosna de 60 céntimos al año, o la que determine la Dirección. 4.a EL rezo diario que debe hacer el niño de un Avemaría, y la invocación siguiente: Virgen María, ruega por nos– otros y por tos pobrecitos niños infieles. Si el niño es muy joven, su padre, su madre o cualquier otro socio rezarán por él esta oración y esta invocación. Puede aplicarse a esta intención el Avemaría de la oración de la mañana o de la noche, añadiendo la invocación an– terior. 5.a ,En los primitivos Reglamentos, a las personas que han cumplido veintiún m1os, se exigía como condición necesa– ria, para seguir perteneciendo a la Santa Infancia, que se inscribiesen en la Obra de la Propagación de la Fe, si no c1erte– neC'ian a ella.-Desde que la propagación de la Fe ha sido trasladada a Roma no ex:ste ya esa condición. Pero se ruega encarecidamente a todas las personas de esa edad que se alisten en esa Asociación de la que la Santa Infancia es subsidia– ria o como filial; es esa Obra de la Pro– pagación de la Fe la primera de las Obras Pontificias, y la más importante de ellas. Es verdad que ninguno de los regla– mentos de la Obra obliga bajo pecado; pero el descuido en cumplir los compro– misos citados, o la vida poco cristiana, les privarían de las ventajas espirituales de la Obra. § V.-De la manera de establecer y propagar la Obra. Conforme al Reglamento, los Socios se agrupan, según su número, en series, en subdivisiones y en divisiones. A la cabe– za de uno de estos grupos figura un Co– lector, un Secretario y un Tesorero ge– neral. El Reglamento habla también de las ,personas que se interesan especialmente por el progreso de la Obra, que son los Celadores y Celadoras. Pero la Obra que- (4) No es de utilidad alguna a la Direc– ción Nacional la_ lista de los Asociados, pues no hay registro para inscribirloo. Basta que se conserven en los respectivos centros locales, para los efectos que se indican.