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CAP. I.-FUNDAMENTOS BÍBLICOS 57 Ley, y el anciano Simeón, rebosante de gozo, entona el Nunc dimittis, porque sus ojos han visto la salud, que apareció ante la faz de todos los pueblos. Lumen ad revelationem Gentium, et glo~ riam plebis tuae Israel (139). Omitimos otros acontecimientos de la vida de Jesús hasta su predicación, por no hacernos difusos. 57. Vida pública de Jesucristo.-Jesús, después de haber sido bautizado por el Bautista, se retiró al desierto, ayunó cuarenta días y cuarenta noches y venció diversas tentaciones del demonio. Luego da principio a su predicación, primero en Judea, como nos cuenta San Juan, y después del encarcelamiento de su Precursor el Bautista, también en Galilea, según refieren los tres primeros Evangelios de San Mateo, San Marcos y San Lucas. En todas partes suscita el entusiasmo, las turbas acuden a escuchar su ad– mirable doctrina y presenciar sus portentosos milagros. Confirma con palabras, ejemplos y milagros la misión redentora que le trajo a la tierra. Es grandemente instructivo a nuestro propósito el episodio de ia Canar nea: «En una ocasión, habiéndose retirado a las partes de Tiro y de Sidón, se le acercó una mujer cananea de aquella región y le dijo: Señor, Hijo de David, tened misericordia de mí; mi hija es terriblemente atormentada del demonio. Jesús, como para probar su fe, le dijo: Yo soy enviado a las ovejas que perecieron en la casa de Israel. Ella insistió de nuevo, y Jesús le replicó: No es bueno tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros. Así es, añadió ella; pero los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores. ¡ Oh, mujer!, respondió el Salvador, grande es tu fe, hágase como tú quieres. Y en aquella misma hora quedó sana su hija» (140). Comúnmente, los exégetas comentan este pasaje diciendo que Jesucristo fué enviado preferentemente, pero no exclusivamente, al pueblo de Israel; su misión divina se extendió también, en la intención y en la realidad, a las otras ovejas que no eran de la casa de Jacob. Hablando de la destrucción de Jerusalén y del juicio final, rotundamente afirma que antes que suceda esto, se predicará el Evangelio en todo el mundo: Et praedicabitur hoc Evangeli1lm regni in universo orbe, in lesti– monium omnibus gentibus: et tune venict consummatio (141). 58. Parábolas del Señor.-Con frecuencia el Divino Maestro solía hablar en parábolas a los discípulos y turbas que le seguían. En muchas de ellas se simboliza la conversión de los gentiles y la extensión de la Iglesia. Así, por ejemplo, el Buen Pastor que, de– jando las noventa y nueve ovejas, va en busca de la perdida (142); la red que, echada al mar, coge toda clase de peces (143); el grano de mostaza (144) que, creciendo y desarrollándose, hácese árbol, (139) Luc., II, 32. (140) Matth., XV, 22 y sigs. (141) Matth., XXIV, 14. (142) Joan., X, 1-18 (143) Matth., XIII, 47. (144) Matth., XIII, 31.

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