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56 P. I.-MISIONOLOGÍA DOCTRINAL es hijo de Abrahán. Pues el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo que había perecido (132). Entrando en la ciudad de Ca– farnaún se le presentó un centurión y le dijo: Mi siervo permanece postrado en casa paralítico y es atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Pero el centurión, que era gentil, lleno de humil– dad, le respondió: Señor, no soy digno de que entréis en mi casa. Viendo Jesús tanta fe, exclamó: Verdaderamente os digo que no he hallado tanta fe en Israel. Muchos vendrán del Oriente y del Occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos (133). De estos testimonios y otros muchos, que se irán citando, aparece clarísima la misión universal que el Padre en– comendó a su Hijo. 56. Encarnación y Nacimiento.-El Angel del Señor se apa– reció a la Virgen Santísima anunciándole el misterio de la En– carnación del Verbo: He aquí que concebirás en tu seno un Hijo y le llamarás Jesús. Este será grande y se llamará Hijo del Altí– simo, se le dará el trono de David y reinará para siempre en la casa de Jacob (134). Esto mismo confirma el ángel al Patriarca San José, atormentado por el estado de su esposa. No temas, porque lo que en ella se ha verificado es obra del Espíritu Santo y dará a luz un Hijo, a quien impondrás por nombre Jesús; porque él salvará a su pueblo de los pecados (135). Este es el nombre que ver– daderamente convenía al Verbo Encarnado, porque, según la mi– sión que el Padre le confiara, había de salvar al mundo de la muerte eterna. El pueblo, el cual con preferencia escuchará al Verbum salutis y recibirá sus gracias, será el elegido, pero la pri– macía no significa exclusivismo ; su misión se extenderá también a las ovejas que no pertenecen a la casa de Jacob. La idea salvadora universalista se manifiesta en el hermoso cántico del Magníficat, cuando la Virgen Inmaculada exclama: Ecce enim ex hoc beatam me dicent omnes generationes... Et mi,. sericordia eius a progenie in progenies timentibus eum (136). El profeta Zacarías termina su cántico del Benedictus, diciendo: Illu– minare his, qui in tenebris, et in umbra mortis sedent; ad dirigen– dos pedes nostras in viam pac-is (137). En su nacimiento no sólo le adoran los ángeles y humildes pastores, sino también los Magos del Oriente vinieron a adorarle y ofrecerle sus dones. Celebra la Iglesia esta fiesta con el nombre de Epifanía, que significa manifestación de Jesucristo a los gen– tiles (138). Presentan a Jesús en el templo, según lo mandaba la (132) LtlC., XIX, 10. (133) Matth., VIII, 5 y sigs (134) Luc., I, 30. (135) Matth., I, 20-21. (136) Luc., I, 46 y sigs (137) Luc., I, 79. (138) Matth .. II

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