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CAP. I.---FUNDAMENTOS BÍBLICOS 34. El reíno de Dios en los salmos.-La idea del reino de Dios podemos decir que penetra casi toda la Biblia y es como un hi]o de Oro que liga y da unidad a todas sus partes, por cuyo motivo se ha llamado a la Sagrada Escritura la historia a1tténtica del rei– nado de Dios en el mu,ndo. Esta idea religiosa se manifiesta de una manera muy especial en el libro de los Salmos, porque frecuente– mente se hace mención del reino de Dios. En algunos salmos se considera a Dios Rey del nwndo como creador y dominador de todas las cosas (57); v. gr., en los sal– mos 23, 28, 92, 94, 103, etc.; en otros se le contempla como Rey d<' todos los hombres (58), incluso de los gentiles, que reconocen y aceptan su imperio; por ejemplo, los salmos 45, 46, 67, 95, 96, 97, fl8, etc.; finalmente, en otros se manifiesta como Rey de Is– rael (59), con quien formó especial pacto de alianza y a quien go– bernó con leyes especiales. Tales son los salmos 43, 4G, 58, 79, 149 y otros. Como hemos indicado antes, son muchos los salmos que reprf'– sentan al Mesías como Rey o hablan de su reino. El Padre Lagran– ge (60), tratando del mesianismo en los salmos, examina 33, en los cuales ve ilustrado algún aspecto del reino del Me:;ías; y en la traducción española de la Bibliit ele Ná,'.ar-Colurn;::i. en )as no– tas se indican más de 30. Podemos, sin duda, afirmar que el salterio aparecr' antp nues– lra vista como una espléndida realidad preanunciada por los ins– pirados autores, trasladándonos a l.os tipmpos en que vivió ('1 Sal, vaciar sobre la tierra principalmente en los últimos dím: d(! su ca– rrera mortal. Los salmos son una serie de oráculos que presentan al Mesías unas veces como Hijo de Dios, otras como Justo y RP– munerador, otras como Redentor, Fiador, Jefe de la Iglesia y Rey universal de todas las gentes, ptwblos y naciones. Con razón Sf' puede decir que cuanto se' enseña en la Ley, cuanto leemos en la historia, cuanto anuncian los profetas ... otro tanto se encuentrn 011 los salmos. 35. El rezo del salterio y la piedad misíonera.-Jesucristo y los Apóstoles, en sus alocuciones, muchas veces bieieron referencia al Libro de los Salmos. Muchos dP los SS. Padres escribieron di– fusos y profundos comentarios, C'll cuya lectura se descubren ri– quezas inmensas para la vida ascética, mística y misionera. No sólo los cristianos encuentran ricos filones para nutrir la verda– dera piedad, sino también los paganos pueden hallar ideas fecun- {57) Cfr. TEóFlLO DE OBISPO, o. C'., 20 y sigs. (58) Cfr. ÜRBISO, ibíd., p. 25. (5[1) Cfr. ÜRBISO, ibíd., p. 29. (60) Cfr. LAGRANGE, M. J .• Le Regne de Die11 dan.s I'Ancien Testamcn.t, en Reuue BibUque, 1905, pp. 38-57; 189-202.
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