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CAP. I.-FUNDAMENTOS BÍBLICOS 3L Pero esa nota de particularidad en el pacto de alianza con el pueblo elegido no excluía la universalidad teleológica. Tenía una capacidad, tendencia y desti.nación universal en la mente divina, cuya realización habría de verificarse en el N. T. 2.º Universalismo histórico.-Se confirma la universalidad te– leológica del pacto por toda la evolución histórica del pueblo is– raelítico que se prepara al Mesianismo esencialmente universal. Si bien la religión israelítica aparece como particular en la prác– tica, sin embargo contiene en sus altísimos principios una voca– ción universalista. 3.º Universalismo literario.--Toda la literatura bíblica nos de– muestra claramente el universalismo qm, teleológica::nente se in– cluye en el pacto y se desarrolla históricamente en la evolución y vicisitudes del pueblo elegido. En la mayor parte de los libros del A. T. se encuentra, con más o menos claridad, ese universalismo mesiánico. Esta idea universalista supone tres dogmas fundamentales: a) El dogma de la unidad de Dios, Creador del universo; b) La unidad de la especie humana en sus progenitores Adán y Eva; c) El dogma de la caída de éstos en el pecado, con la transmisión de la culpa a toda su descendencia. Esto supuesto, la Sagrada Es– critura nos enseña que Dios quiso devolver al hombre la gracia perdida, por la redención de Jesucristo, que había de extenderse a todo el género humano, ya que es voluntad explícita de Dios que todos se salven (5) por la fe en Jesucristo y mediante su gracia (6). El concepto universalista de redención, diversamente manifestado, es el objeto principal que estudiamos en los libros del A. T., indicando sólo algunos puntos más salieritc>s. B I.-LIBROS HISTÓRICOS. 23. Dios no quiso enviar a su Unigénito al mundo inmediatamente des– pués de la prevaricación del primer hombre; le fué preparando los cami– nos en las promesas de los patriarcas, en los cúnticos de los salmistas y en los vaticinios de los profetas. Una larga serie de símbolos y oráculos, du– rante mús de cuatro mil años, son como ray0;, luminosos que alumbran las épocas anteriores a la venida del Salvador. En ellos se descubre el reinado mesiúnico, la dominación universal del Rey pacífico, la redención sin lími– tes en el tiempo y en el espacio del segundo Adún, que había de dar la vida a los que murieron en el primero. Et sicut in Adam omnes moriuntur, ita et in Christo omnes vivificabuntur (7). Esta universalidad redentora se contiene hasta en algunos libros históricos particulares, como en el Génesis, Jonús, Rut, Tobías, Ester, etc. (5) Qui (Dcus) omnes lwmines ndt w!1:os fieti et ad agnitionem veritatis ve– nire, I Tim., II. 4 (6) Unus est enim Deus, 1mus et Mediator Dei et lwminum, homo Christus Jesus. I Tim., II, 5. (7) I Cor., XV, 22.
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