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8 NOCIONES PRELIMINARES.-TIERRA DE MISIÓN tes de la C. de Propaganda, como los vicariatos de Europa sep– tentrional en territorio protestante. Se suele objetar que los herejes y cismáticos no se pueden equiparar a los infieles, mahometanos y judíos. Ciertamente que existen profundas diferencias teológicas y jurídicas, las cuales no destruyen el valor de la segunda opinión. Los heterodoxos y disidentes se sienten ofendidos al ser tra– tados de la misma manera que los infieles. Conservando siempre el concepto teológico e integral de la Iglesia una y católica, a cuyo gremio todos se deben reducir y a la cual, por misión divina de Jesucristo, todos sin distinción deben pertenecer ; en la prác– tica será prudente tener presentes las circunstancias, las condi– ciones de personas y lugares para adaptar el •apostolado, el méto– do y la táctica. Quizá, en ciertas regiones, en lugar del término misión extranj_era, será más conveniente adoptar otras expresio– nes, como, por ejemplo: Apostolado católico entre los hermanos separados; Apostolado de la Unión, etc. Por estas modificaciones de método y de adaptación, la realidad objetiva no cambia. También se objeta que los heterodoxos son miembros de la Iglesia, conocen ya el Evangelio, tienen la fe de Jesucristo. Pero por la palabra misión no se ha de entender sólo predicar el Evan– gelio, propagar la fe y bautizar. Significa también propagar el Evan– gelio, no en sentido exclusivo, mas católico; propagar la fe ver– dadera; extender la Iglesia completa con integridad de doctrina, unidad de régimen, dependencia del Jefe Supremo, Vicario de Cristo y sucesor de San Pedro. Algunos quieren conciliar estas dos opiniones, distinguiendo el término misión en dos sentidos: uno, estrecho, que lo limita a sólo los que no están bautizados; otro, lato, que lo extiende también a los heterodoxos y cismáticos. De lo dicho podemos definir la misión en un sentido católico diciendo: Es aquella parte deL ministerio eclesiástico que se ocupa de la conversión de las avmas a Ia verdadera fe y de la planta~ ción y consoLidación de la Iglesia católica entre los no católicos ( 42). Por tanto, un país se podrá llamar tierra de misión hasta que la Iglesia católica no esté allí perfectamente consolidada. 4. Tierra de misión.-Conviene desde el principio precisar en qué consiste el país o tierra de misión (terra missionum). Algu– nas veces se le da un concepto demasiado vulgar, entendiendo por tierra de misiones extranjeras regiones incultas, bárbaras y salvajes. Esta significación no es exacta; porque regiones y pue– blos han vivido y viven todavía fuera de la Iglesia católica que poseen una elevada cultura; v. gr.: los egipcios, indios, chinos y (42) Cfr. GilFXTP1TP, º· c.. '.). 7.
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