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130 P. I.-MISIONOLOGÍA DOCTRINAL nifestada en las Epístolas de San Pablo y en toda la tradición eclesiástica antigua y moderna. Del copioso material sólo selec– cionamos algunos testimonios. La Iglesia es un cuerpo único, visible, formado de un modo orgánico y jerárquico, cuya Cabeza es Jesucristo. Et ipse est caput corporis EccLesiae (88). Nosotros somos ese cuerpo de Cristo y miembros los unos de los otros. Vos autem estis corpus Christi et membra de membro (89). «Porque así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, mas no todos los miembros tienen el mismo oficio ; así nosotros, aunque seamos muchos, formamos en Cristo un solo cuerpo, siendo todos recíprocamente miembros los unos de los otros» (90). «Así como el cuerpo [humano] es uno, y tiene muchos miembros, y todos los miembros, con ser muchos, son un solo cuerpo; así también Cristo. A cuyo fin todos nosotros somos bautizados en un mismo espíritu para componer un solo cuerpo, ya seamos judíos, ya gentiles, ya esclavos, ya libres; y todos hemos bebido un mismo espíritu (91). De Jesucristo todo el cuerpo compacto y conexo entre sí recibe por todos los vasos y conductos de comunicación, según la medida correspondiente a cada miembro, el aumento del propio cuerpo para su perfección mediante la caridad (92). En otras palabras: la vida interna sobrenatural, que consiste en la gracia y demás dones sobrenaturales, descienden de la Cabeza, Cristo Redentor, a los fieles por el ministerio eclesiástico que él mismo instituyó. Para poder vivir esta vida sobrenatural es necesario profesar la fe de Cristo, recibir sus sacramentos, vivir sometidos al régimen de los legítimos pastores. Por la Iglesia y en la Iglesia los fieles participan de la vida de Cristo, que influye en su Cuerpo Místico, dándole ser, crecimiento y perfección, de modo que llegue hasta el desarrollo orgánico de sus miembros correspondiente a la ple– nitud varonil del mismo Cristo (93). La filiación divina y la in– corporación a Cristo vienen por medio de la fe y del bautismo. Omnes enim filii estis per fidem, quae est in Christo Jesu. Qui– cumque enim in Christo baptizati estis, Christum indui.stis (94). Sería superfluo en este lugar aducir los incontables testimo– nios de la Tradición. Por vía de ejemplo indicamos los siguientes: San Agustín, que trata muchas veces de la materia, dice: «Totus Christus caput et corpus. Caput ille salvator corporis, qui jam ascendit in coelum; corpus autem Ecc1esia, quae laborat in ter- (88) Cotos., I, 18. (89) I Cor., XII, 27; vr, 15. (90) Rom., XII, 5. (91) I Cor., XII, 12-13. (92) Eph., IV, 16. (93) Eph., IV, 13. (94) Gal., III, 26-27.

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