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104 P. I.··-MISIONOLOGÍA DOCTRINAL Con el correr de los siglos la Liturgia se fué perfeccionando y aun multiplicando. No es de nuestra incumbencia narrar el im– portante desarrollo histórico y las variantes entre las múltiples liturgias orientales y occidentales; sólo intentamos poner de re– lieve algunas ideas misionales que se encuentran en la liturgia romana actual. I. Año Iitúrgico.--Consiste en la representación de todo el mis– terio de la Encarnación y Redención en el período de cincuenta y dos semanas, desde la primera de Adviento hasta la vigésimacuar– ta después de Pentecostés. La Iglesia en sus oficios y solemnidades nos presenta la vida, los ejemplos y virtudes de su Esposo Divino, el origen y el progreso dE' su reino universal. Nos introduce tam– bién en una galería de santos que fueron los que le siguieron más de cerca. Este ciclo de fiestas tiene una grande importancia para nuestra vida espiritual, eclesiástica y misionera. El año eclesiástico se puede dividir en tres ciclos: N ata1icio, Pasciwl y de Pentecostés. A) CrcLo NATALICIO.--Este empieza con el Adviento, que es tiempo de preparación para el Nacimiento del Salvador. Toda la historia del A. T. está orientada hacia el Mesías Redentor. Dios preparó a los hombres para su venida desde el paraíso terrestre, renovó sus promesas a Noé, a Abrahán, a Moisés, a David. a Sa– lomón y a los Profetas de la antigua Ley. De esta progresiva re– velación hecha por Dios, la Iglesia católica toma las partes prin– cipales de la liturgia del Adviento. Oh cielos, enviad desde lo más alto el rocío y las nubes lluevan al Justo; se abra La tierra y ger– mine al Salvador (146). Haced penitencia, porque el reino está yci próximo (147). Preparad el camino del Señor, enderezad sus sen– das (148). Todo barranco será rellenado, y todo monte y todo co– llado allanado, y los caminos tortuosos rectificados, y los ásperos igualados. Y toda carne será la salud de Dios (149). La liturgia del Adviento para todo fiel cristiano, y particu– larmente para todo sacerdote y misionero, debe ser algo más que un simple recuerdo; debe ser la expresión de un sentimiento mi– sionero que se esfuerza por dar a conocer al Mesías a todas la::: gentes y clama con la Iglesia: O Oriens.. splendor lucis aeternae et sol _justitiae; veni, et illumina sedentes in tenebris et tlmbra mor– tis (150). Una gran parte de la pobre humanidad yace en las ti– nieblas y sombras de la muerte, en la incerteza, en la desorienta– ción moral, en la culpa, sin la esperanza cristiana de la eterna fe- (146) Is., XLV, 8, en Domin. Adventus. (147) Matth., III, 2. (14B) Matth., III, 3; Is., XL, 3. (149) Is., XL, 4. (150) Antiph. Majares, 21 diciembr.
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