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r798 85 J. M. J. Cádi5¡_ 6 de Abril del 98. Amadísimo hermano de mi alma: Con la tuya de 22 del pasado salí en parte del gran cuidado en que tu silencio me tenía; pero me queda el de las resultas de tu grave padecer, que siempre me tiene con sobresalto, y más conociendo tu genio opuesto á cuirl.ar de la salud, que no es tuya. Mira por ella, hermano' de mi alma, que hay mucha necesidad en el día de que miremos por la causa de Dios y de su Santa Iglesia los 'que nos hallamos en el campo de batalla. Aprende de mí, que ni ayuno, ni guardo abstinencia, duermo, me paseo, y hablo ó parlo sin c_esar á todas horas y á todas clases de gentes, entre las cuales se trata de incluir á los protes– tantes, que quieren ellos mismos se les diga algo separadamente y creo será el jueves, viernes y sábado de la segunda semana de Pascua, Dios me– diante 1 • Ya ~es la necesidad, clama y haz que clame esas buenas almas por mis aciertos y para el fruto. Hazme la caridad de imponerte en esa consulta. y devolvérmela con tu dictamen. Yo, como soy tan bestia y sin discernimiento, no miro bienes– tas traslaciones mientras no se ven señales evidentes de la voluntad de Dios. Venero tu determinación de no escribirme durante la Misión, y deque no escriba la Hermana María Antonia, Pero debo asegurarte que, lejos de impedir ó de molestar con vuestras cartas, me sirven de consuelo y es– fuerzo, aunque yo no responda. Mañana, Sábado Santo, pienso irá Jer_ez á verla y volverme ellunes á continuar esta Misión. El ~etrato podrá ser más pequeño que el tuyo, y si fuere en óvalo, -ED puede en él ponerse el rótulo, retrato de. etc., todo alrededor, y tenlo en tu poder, hasta la vista, Dios mediante. I Ya estamos aéostumbrados á estos hermosos rasgos de, humildad, y así no nos sorprenden, pero sí nos confunden. La penitencia que hizo durante la Misión fué asombrosa, como se colige d·e la carta á su di– rector' del II de Mayo y va impresa en el tomo Cartas de Conciencia, etc.; página 480, de qu·e au tes hice mérito. Los frutos, especialmente entre los protestantes, fueron copi'osísimos, y no me detengo en reseñarlos, porque todos sus biógrafos se ocupan profusamente de ellos. Véase la Vida Docwnen– tada del Beato José de Cádiz, Misionero Apostólico C.apuchino, por el P. Fr. José Calasanz de Llevancras (Roma, 1891), páginas 218 y 219. Allí pueden verse otras citas.

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