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CARTAS DEL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ Maestro Santo Domingo. Este lo dejó por sú muerte á la hermana María Antonia, y creo que lo tiene. Si te parece, puedes mandarle que á nadie, nadie, nadie lo dé en modo alguno: y que cuando muera se te entregue privadamente á ti, sin declarar lo que es, para evitar contingencias. Esta celestial alhaja, con las demás, es necesario, á mi parecer, que tú las reserves, y que, autenticadas por ti con la correspondiente declaración y firma, las guardes con la mayor reserva. Hablo de este rosario, de los anillos y del hábito ó capa que ya sabemos. Perdona, hermano m{o, que me propase á lo que no me corresponde; pero hablo contigo y no me da cuidado, y juzgo muy necesario el conservar este tesoro. ; Aún no me ha llegacto la orden para pasar á Cádiz: Jejémoslo para cuando sea del agrado de Dios. El sermón del venerable Padre Maestro va con mucha lentitud, pues aún no he concluido la primera parte. Empéñate con Dios para que me dé facilidad, etc. Manda lo que quieras, y encomendémonos á Nuestro Señor, á quien ruego te guarde muchos años en su santo amor y gracia, como lo desea tu siempre afectísimo hermano y siervo que más en Nuestro Señor Jesucristo te ama, Fr. Diego José de Cádiz_. J. M. J. Ronda 3 de No:viembre del 97. Amadísimo hermano de mi alma de mi mayor veneración: He reci– bido dos tuyas del 25 y 3o del pasado, y con esta última las estampas de nuestra Santa Magdalena, de que te doy las debidas gracias. QueJo en lle– varó enviar á la Hermana María Antonia las dos que me previenes luego que halle segura proporción para ello, pues el viaje á Cádiz se va difi– riendo no sé á cuándo, porque aún r,o me avisan que lo haga. Sea cuando fuere más del agrado de Dios, que así no quedará que desear. Me ha sido de gravisima pesadumbre el robo del manto. Si yo ocupase tu lugar, tal vez le diría que pidiese á Dios, después de comulgar, que si era de su divino agrado, se lo volviesen; yo no sé si me determinaré á de– círselo, como le digo lo de los pobres, para los que se encuentra milagro– samente el dinero, la ropa y lo. que ha de dárles. Creo que las cosas de Dios han de apreciarse· como suyas, y me inclino á que en su muerte, ó para agonizar, se ponga .el hábito ó manto, los anillos, etc., que le,dieron.

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