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CARTAS DEL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ mueve á decirte que prontamente le escribas mandándole ó encargándole que haga unos ejercicios de ocho días, en los que, con ejercicios de amor, inste, ruegue y pida á su amabilísimo Jesús, por medio de su Santísima Ma– dre, hasta conseguir el rerpedio de esa necesidad. Ten fe, hermano de mi alma, y verás maravillas. Si es necesario alguna fianza de compañía, cuenta con un pobre gallego. Ea, anímate y manos á la obra. ¿Qué temes? ¿qué te detiene? Multum enim valet deprecatio justi assidua. Esto es de fe, y basta. No hay remedio, esto va á hacerse. Dilata tu eorazón, y vamos á ello. ¿Qué tal? No, estoy para que me chillen. ¿No te parece que soy bueno para comadrón? Pues ríete, que yo t:mbién me río de este gran bestiaza de tu hermano, más perdulario que pillo, ó charrán de playa. Ponte bueno, que ya pasó la Novena, y recoge ahora el fruto de esos dolores. Yo sigo bien, á Dios gracias, para cuanto quieras mandarme. Hazlo con toda confianza, y encomendémonos á Nuestro Señor, á quién ruego te me guarde muchos años en su santo amor y gracia, como lo de– sea tu afectísimo hermano y siervo en Nuestro Señor Jesucristo, Fr. Diego José de Cadi:{.. P. D.-Siendo las estampas del tamaño que me dices, desde luego ad– mito las dos docenas para su tiempo. Dios te lo pague. J. M. J. Carratraca 10 de Septiembre del 97. Amadísimo hermano de mi alma de mi mayor veneración: He recibido la tuya de 22 del pasado. ¡Cuánto siento tus tribulaciones y pesares, no es de la parroquia de San Miguel con gran pompa y concurrencia de fieles, sin que por esta vez di– jeran nada los franceses. El 15 de Julio de 1886 trasladaron los restos á su Beaterio, descansando la caja en el muro que· hay entre el paviment0 y el coro bajo. Dando vista á la Iglesia se lee una inscripción bien hecha que dice así: AXP O «Aquí. yacen. los. restos. mortales. de. la. Veñ. fundadora. de. esta. e.asa. Sor. María. Anto– nia. de. Jesus. Tirado. natural. de. esta. ciudad. fueron. trasladados. á. este. lugar. en. XV. de Julio. de MDCCCLXXXVI.» Murió en gran olor de santidad, que aún se aspira y flota sobre esta corrompida atmósfera pletórica de sibaritismo é indifer~ncia. Dejó escritas un número considerable de cartas (de las dirigidas al Beato Diego conservo copia) y varios romances y canciones, no revelando en gene– ral alto vuelo poético, ni vigorosa entonación. Sus hijas conservan en Jerez un buen retrato de la sierva de Dios pintado al óleo. Está bien ejecutado y debe parecerse mucho al original. La retrataron estando en un éxtasis; y, realmente, basta mirar la expresión de su rostro para comprender el estado psicológico de aquella grande alma enamorada de Dios y en Dios enajenada, Tan raro y esFecial es.

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