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1 797 71 que me pone tu aflicción p9r las cosas que me apuntas; me paree~ no con– viene.sentir tanto, y me acuerdo de la reflexión de un gran siervo de Dios en cosas semejantes: Dios lo ve, y pudiendo fácilmente remediarlo, no lo remedia; convendrá, sin duda, para los altos fines. que ignoramos; pero, hermano de mi alma, ¿por qué te apuras, teniendo, en parte, el remedio en tu mano? Me parece que Nuestro Señor nada Je negará á la Hermana, María Antonia de cuanto \:011 eficacia le pida. A lo menos yo vivo en esta confianza casi infalible 1 • No sé qué inclinación advierto en mí que me r De,esta gran sierva cte Dios, tan alabada de nuestro Beato Diego, pudiera decir mucho y bueno, pues tengo á la vista su Vida escrita por ,el P~ Fr. Francisco Baro del Rosario, francis-' cano de la provincia de San Diego, juntamente con dos tomos de cartas, uno de la Hermana An~ tonia al Beato Diego, y otro de los directores de aquélla á la misma sierva de Dios, y he yisto además cinco volúmenes de escritos referentes á la me!lcionada Hermana, con noticias harto curiosas y edifica!ltes; pero he de ser parco il pesar mío, por no permitir otra cosa la índole de este trabajo. Aparte de que muchas noticias podfán verse en el discurso de estas Cartas. Al amanecer el día 13 de Diciembre de 1740 nació. en Jerez de la Frontera una niña, que al ser bautizada el sábado día 17 del mismo mes en la magnífica parroquia de San Miguel, pues sus padres vivían calle de Arcos, en la collación de dicha parroquia, le pusieron por nombre Anta.~ nia Lucía Josefa. Sus padres se llamaron D.. Diego Alonso Tirado y D.ª María Ramirez, él pri– mero de Jerez.y la segunda del Puerto de Santa María. Pasó sus primeros años bajo la tutela de su abuela materna y una hija de ésta, dando la niña indicios claros de haberle cabido en suerte un alma buena. Algo se désipó en su mocedad, deseando parecer bien y agradar al mundo, convirtiéndose, por modo raro á Dios. Se cree con fundamento que tuvo la dicha incomparable de no perder la gracia bautismal. Luego que s.e <lió totalmente á Dios, se trazó un plan rigurosísimo de vida para cada día de la semana, cumpliéndolo al pie de la letra con f,rvor siempre creciente y sin desma– yos, hasta la muerte. Vivió completamente crucificada. No he leido vida más extraordinaria, ni por el número de revelaciones y hechos prodigiosos, ni por la espantosa penitencia que hizo. Fué un portee to de la gracia: y más admirable que imitable. Vaya una prueba de su rara penitencia. Todós los viernes del año pasaba tres horas colgada de una cruz sostenida por dos argollas fijas en el sitio que correspondían á las mufiecas, teniendo los brazos abiertos, el cabeUo cogido por una escarpia·y los pies sobre un·clavo. Al bajar de aquel atroz suplicio, ron que domaba á su carne, hacía una disciplina de sangre por espacio de una hora. Sus hijas conservan en Jerez una de las argollas que yo he tenido en mis manos; Es de hierro labrado toscament.e. Con este acto de austeridad corrían pare¡a sus ayunos, vigilias y cilicios. El demonio la atormentó horrible– mente de diferentes modos. Repetidas veces la acuchillaron ·hombres y mujeres enfurecidos con la sierva de Dios por haber ésta convertido a los galanes y manc.ebas de aquéllos. Con relación á esto veremos bastante en el discurso de las Cartas del Beato. Gozó de muy buena opinión entre los varones más sobresalientes en santidad y letras de aquella época, y, cuenta con la pléyades de santos y sabios que por entonces flor:ecieron. Fué regaladísima de Dios, desposándose con ella el Niño Jesús, dándole un anillo, como á Santa Catalina. Tuvo infinidad de aparicioqes, ya de Jesús y María, ya de varios Santos, ya de almas que estaban penando, dejando una de ellas estampada su,candente mano en un lienzó de que más adelante me ocuparé. Fué Terciaria Dominica y·Franciscana, cuyos hábitos le impusieron Santo Domingo y mi Seráfico Padre San Francisco. Dios le reveló los altos fines para que tenía en la Iglesia al Beato Diego José de Cádiz, y éste se le apareció varias veces glorioso después de muerto. Asimismo, predijo el castigo de España, el motivo por que sería castigada, la expulsión de los religiosos y otras cosas más que la historia atestigua haber ocurrido luego, por desgracia nuestra. Por los años 1798 y 99 fundó un Beaterio para enseñanza de niñas en la casa que habitaba, por orden del Beato Diego y del P. González. Dicho Beaterio existe aún con algunas modificaciones en lo referente al local. Hoy tienen además otra casa en Dos Hermanas. Predijo el día de su pre– ciosa muerte, acaecida el Jueves Santo 19 de Abril de 1810 á las nueve y n¡.edia de la noche. No C!>bs~ante la prohibición del despótico Gobierno francés, enterraron su cadáver en el subterráiaeo

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