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1 797 · Encomendémonos á Nuestra Señora, á quien ruego te guarde muchos años en su santo s.mor y gracia. Tuyo siempre de corazón eri Nuestro Señor Jesucristo, Fr. Diego José de Cádiz.. P. D.-Cuidado gue no .andes con encogimientos para decir lo gue sepas, aun de sobrenatural, del venerable difunto;' más importa un adarme de la gloria de Dios que cien quintales de humillaciones fuera de tiempo; ya me entiendes. (A esta carta contestó el P. Gonz_ález. la qúe á continuación insertamos con todas sus asperez.as , pero corregida la ortografía. Al final hay unos renglones del Beato y los omito porque carecen de importancia en lo que á la correspondencia se refiere. Son meros apuntes para la Oración fúne– bre del P. Ruiz..) Carta del P. Francisco Gonz.ález.. Jesús. . La gracia de este Señor nos asista. Amén. Amadísimo hermano en Nuestro Señor Jesucristo. Luego al imtante que recibí la tuya voy á responder, que veo no tienes tiempo y te protesto que aunque es nada lo que sé de mi P. Ruiz, todo, todo sin reservas se lo expondré, y ojalá y supiera más; pero en las. dos veces que estuvo aquí el padre Maestro fué más su diligencia en callar y ocultar que la mía en rastrear, y esto que sólo conmigo ~alió y cuasi trató, y no o,bstante que yo me excedí con importunidad en algunas cosas, lo más que hacía: no, no puedo contentarte con lo que hago y te digo. El tema es sin duda el carácter del padre Maestro, y te digo con la ver– dad de hermano, que él sólo explica lo que era, porque era bueno y yo siempre lo tuve por lleno del Espíritu San~o, y lo manifestaba en su andar, hablar, correr, tratar, etc., etc. Siempre estaba en Dios y jamás le. oí una palabra ociosa; esto lo digo con verdad, y si me ocurierra otro tema te lo daría. El caso que sigue me pasó con el padre Maestro, de lo que tengo cartas suyas, y me lo dijo también de palabras á los dos años. Aquí le quitaron un canutero en que traía unas cedulitas con el nombre de María Santísi– ma. Luego que se echó menos, que fué á mi solicitud, lo sintió; y yo, ya por el interés de tomar cédulas, y ya porque tuviera la desazón, no dejé

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