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65 Me alegro sumamente de ,tu alivio, que deseo aumentado y qué logres perfecta salud; yo sigo sin novedad, á Dios gracias, para servirte, no tra– bajando como has pensado, sino perdiendo tiempo y paseando las calles á tarde y á mañana, ton el motivo de visitar unas veces, al Sr. Obispo y otras á las religiosas. Deseo volverme pronto á mis tareas. Este desaso– .siego no me de¡a lugar para más que ,para encomendarme en tus oracio– nes y asegurarte que es tuyo tu verdadero afectísimo hermano y siervo en Nuestro Señor Jesucristo, Fr. Diego José de Cádi,z,. J. M. J. Ronda 1, 0 de Diciembre del 96. Amadísimo hermano en el Señor, de mi mayor veneración: En Má– laga recibí las adjuntas medallas y las despaché, como lo digo en la que les acompaña; pero no habiendo parecido el sujeto, su portador, mientras permanecí allí, me las traje para desde acá enviarlas en la primera oca– sión que hallase. He buscado el Indulto de Roma (que certísimament,e tengo, y pa,sado por la cruzada) y no le encuentro, por lo que no puedo individuar las indulgen'.cias que cada una lleva. Todas para la hora de la muerte: la_ plenaria, y otras plenarias, para varios días del afio, confesan– do, comulgando, etc. Si lo encontrare avisaré las que son~ Me hallo con' el fortísimo empeño de pedirte que admitas bajo tu di– rección uná religiosa joven del convento de Santa Florentina, tanto, que casi me proponen la precisión de creer que no debo excusarlo. Mas sólo digo que veas lo que ello es, tus fuerzas y, sobre todo, 1a voluntad de Dios, y sí lo fuere y te lo inspirare, haz lo que pudieres. ¿Y quién es? Pre– gúntalo á tu hija la M. Sor Juana y Villavicencio. Yo me negué á este empeño; pero después han vuelto á instarme con fuertes razones. Dios te dé fuerzas. nia. El Pontífice vendió sus alhajas para pagar el tributo injusto que se le había impu'esto. A '1as insistentes exigencias de Talleyrand, Ministro de Negocios del Directorio, negóse resueltamente Pío VI diciendo con noble y,firme acento: La corona del martirio es para mí más brillante que la que llevo. A todo esto y mucho más que puede verse en la Historia Universal, por César Cantú, época XVII'! (Madrid, 1849), Historia de la Iglesia, por el Ab2te Berault-Bercastel y el Barón Heurión, ,orno VII, págs. 555 y sig~ientes (Madrid, 188ó), Compendio de Historia Eclesiásticar, general, por el Ilmo. Sr. D. Francisco de Asís Aguilar, Obispo de Segorbe (Madrid,1885), debió ,referirse el Beato Diego en la carta que da margen á esta larga nota.

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