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62 CARTAS DEL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ sabes y lo practicas; en esto, lo dicho dicho. Pero si la caridad te inclina á otra cosa, no hagas caso de los dichos de este bestia de tu hermano. Acabóse por ahora la esperanza que tenía de verte, porque fundándose en la casi precisión de pasar á Córdoba á predicar las honras del Excelen– tísimo é Ilustrísimo señor difunto, he podido ya n_egarme á costa de algunas desazones que temo resulten, en las que me parece que primero debo mi– rará Dios y á mi conciencia que á los respetos humanos. Calla esta es– pecie 1 • Supongo que no dudarás del gran gusto que tendría en asistir á la co– locación de nuestra Santa y servirte con predicar uno de los sermones de las funciones que se hagan, porque es cosa enteramente mía cualquiera que lo sea tuya. Mucha falta me hace la vida de la Santa para formar su Novena: si tuvieres alguna ó de las que escribieron los Capuchinos, una el venerable P. Fr. Isidoro de Sevilla, ó la que sacó con notas el P. Fr. Isi..,. doro de Gélvez ú otra cualquiera que no sea el Año Cristiano ó Flos San– ctorum, y me la puedes enviar, te lo agradeceré infinito. Tengo apuntados nueve símbolos de la Santa Escritura para los nueve días de la Novena, sus respectivas consideraciones, etc. Agradezco y devuelvo sus expresiones al R. P. Guardián de Capuchi– nos, mi favorecedor 2 • Me alegro que tengas alivio en tu padecer; Dios haga que se perfeccione como sea más de su divino agrado. Yo lo estoy también, á Dios gracias, para cuanto quieras mandarme; pues soy tuyo de corazón, no obstante que me conozco la cosa más abominable que tiene Dios en este mundo. Pídele mucho por mí, seguro de que le ruego te guarde muchos años en su santo amor y gracia. Tu siempre afectísimo hermano y siervo en nuestro Señor Jesucristo, Fr. Diego José de Cádifí.. r Qué motivos tenía el célebre predicador del sig¡o xvm para expresarse tan varonil y re– sueltamente no es fácil averiguarlos; pero cualesquiera que ellos fuesen, merecen aplaudirse por haber dado margen á que manifieste las miras altísimas que siempre le impulsaban á obrar ad majorem Dei glodam y que con tanto ahinco procuraba ocultar á las miradas de los hom– bres; y si hace esta preciosa confesión á su gran amigo, es para añadir: Calla esta especie. Rasgo admirable de profunda humildad que agiganta más la singular figura del insigne Capuchino gaditano. 2 Este benemérito religioso á quien el Beato llama su favorecedor fué el P. Fr. José de Puente la Reina.

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