BCCCAP00000000000000000000614

60 CARTAS DEL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ mildad, y yo, infeliz de mí, no acabo de separarme del de la soberbia y de la relajación. Con esta fecha aviso á Madrid que ya van los libros de camino. Dios te pague el desmedido trabajo que por esto te has tomado; no sé qué ha– cerme para agradecértelo. ¿Con que murió nuestra bienhechora y devota la Sra. Villavicencio? Dios la tenga el'l su gloría, y á ti te remunere la constancia con que le asis– tiste para que acabase santamente. ¡Quién sabe lo que tardaremos en se– guirla! Dí á mis señoras sus hijas cuanto quieras en mi nombre, pues no tengo olvidada mi deuda. Te doy millones de enhorabuenas por los progre– sos y frutos del Jueves Santo, y las debidas gracias por la memoria que hi– ciste que hiciesen de éste que con verdad dice: Antipoda sum Redemptoris. Siento la consternación en que te tienen los asuntos domésticos, y te obedezco en clamar por su remedio. ¡Mas, y el de mi pobre alma! ¿cuándo llegará? No puedo más. Mil cosas á tus hijos todos. Es tuyo mi corazón, llévatelo á las roturas de la Piedra Cristo, Nuestro Señor, y allí clámale por mí, que de continuo le ruego te guarde muchos años en su santo amor y gracia. Tu siempre afectísimo hermano y siervo en Nuestro Señor Jesucristo, Fr. Diego José de Cádi:¡_. J. M. J. Ronda 3 de Mayo del 96. Amadísimo hermano de mi corazón en Nuestro Señor Jesucristo, de mi mayor veneración. Con ella recibo la tuya de 29 del pasado, por la que veo la tribulación que Dios te ha permitido padecer sobre el asunto que me propones. Sosiégate, dilata tu corazón y da gracias á Dios de que se haya dignado darte algo que padecer por su amor. No temas, que nada hay por qué temer, has hecho bien en todo, y harás mejor en mantenerte fir– me en la resolución de no admitir de nuevo á las que en esta confian:¡_a han delinquido, él no ser que el Prelado lo aconseje ó que lo juzgues conveniente para que no se pierdan y dejen el camino de Dios. Pero sea cuando delante de Dios y de las criaturas hayan lavado su delito con lágrimas, muchas, grandes y repetidas instancias; y lo mismo las que han entrado por fuer– zas que las hayan hecho. Tente firme, hermano mío, que el celo del honor de Dios y de la observancia regular así lo exige para excusar igual defecto

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz