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1796 Sg Tercera vez me dicen. de Madrid con fecha de 26 del pasado que no han llegado los libros. Si yo supiera quién los llevó le avisaría al P. Pro– curador para que buscase al sujeto; mas como el padre lo ignora, no puéde practicarse esta diligencia, en la que yo estoy contigo descuidado. Vista la respuesta de D. Benito Daza, y leída al dueño de los 120 ejemplares que le restan, me dice: que se conforma con que sean suyos los roo que última– mente se envia~on á Madrid; para lo que se escribe,hoy al P. Procurador de Capuchinos. Los zo restantes tome de ellos D. Benito los que basten á cubrir los gastos de los .portes que ha costeado, así de los que apunta que importan 24 reales como de estos últi.mos que remitió, pooiéndolos al pre– cio que tú quisieres. Los que sobraren, si tú no los quieres, puedes enviár– melos para satisfacer á la demanda de algunos militares que los piden y no he.podido dárselos por que no me ha quedado ni uno. No puedo más. Manda lo que quieras, y encomiéndame á Nuestro Se– ñor, á quien ruego me guarde tu vida muchos años en su santo amor y gracia. Mil cosas á tus hijos. , Tu siempre afe<.:tísimo hermano y siervo en Nuestro Señor Jesucristo, Fray Diego José de Cádi:z_. J. M. J. Ronda 8 de Abril del 96. Amadísimo hermano mío de mi mayor veneración: Con ella recibo la tuya de 3 del corriente y con el consuelo de tu alivio, que para gloria de Dios te deseo muy cumplido, de modo que sigas predicando tus pláticas dominicales sin d~trimento, ó sin perjuicio de tu salud. ¡Cuánto me ale– gro de esto! ¡Pero, cuánto más de que ya no tomes pes~dumbre por mis cosas, aunque me den con uh porro en la cabeza! Sí, hermano mío; no lo sientas, alégrate; que ojalá hubiera alguna buena alma que me anduviera con la persona, y me sacudiera el polvo, que hasta el alma se ha introdu– cido, y la. tiene entrapada, y con tantas telarañas, que se esconden en ella toda especie de sabandijas ponzoñosas. Noli me tangere, no te acerques á esta cloaca, capaz de apestar un reino entero, y aun á todo el mundo: Exi a me, frater, quia hamo peccator sum, no te suceda lo de qui tetigerit piscem. No pensaba decir esto; pero diciéndome tú el que eres, me evi– dencias que ignoras el que soy. Vamos adelante, tú por la senda de la hu-

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