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mí; pero'' la hago fiestas.con cuatro paseos por la sala, y con esto hi engarro'. para que calle la boca. Al fin, sigo'sin particular novedad á Dios grádas, para servfrte '· En el correo á cuyo tiempo lfogó la tuya me avisan de Madrid que los libros no han parecido por allá. Si sabes el nombre ó las señas del que los condujo, dímelo para que ,aHá lo busquen y salgamos de este cuidado. Y Benito Daza ¿cuándo, nos saca del suyo? El devoto me lo ha pre'– guntado varias veces, y aunque le asegm:o que estando tú á la vista debe descuidarse, teme, no obstan,te, si te dará alguna desazón con estas cuen– tas. Desea salir de ellas, aunque sea rebajando un tercio del'que él las puso 1,– No tomes desazón por esto.ni por otra cosa. Tu hijo, el que trajo, tu carta, me refirió tus encargos en todo, etc. Vamos, hermano mío, á vivir para hacer lo que quiere Dios. Estoy abru– mado de papeles y ahora me llegan unos que en dos meses no podré des– pacharlos aunque no haga otra cosa. Vamos por donde Su Majestad nos lleva. Recibí las expresiones de todos esos mis señores, á quienes como al Sr. Saravia las devuelvo encarecidas. Manda cuanto quieras, seguro de que es tuya mi voluntad, y sigue encomendándome á Nuestro Señor, á quien ruego te guarde muchos años en su santo amor y gracia. Tu siempre afectísimo hermano y siervo en Nuestro Señor Jesucristo. Fray Diego José de Cádiz_. J. M. y J. Ronda 2 de Febrero del 96. Amadfsimo hermano mío de mi mayor veneración. Con particular consuelo mío recibo la tuya del 14 del pasado, en. que me. avisas de tu alivio, que temo no sea tanto como tú has creído, y quisiera fuese cuanto yo deseo, si esta fuese la divina voluntad, con la que debemos en todo con- 1 Esta.hermosa y regocijada carta, mezcla suave de ardiente.caridad y humildad profunda, nos·recuerda los celebrados donaires de la mística Doctora del Carmclo y prestan un nuevo tinte hasta ahora.desconocido á la pasmosa vida psicológica de Fr. Diego de Cádiz: Y no será esta la última vez que hemos de saborear tan deliciosos conceptos, demostrando. una vez más el portentoso triunfo de la gracia, que todo lo dulcifica, por la unión estrecha y concierto armonioso que hace reine en las almas de subido temple entre la vil'tud, las gracias celestiales y miras altísimas del espíritu y la matcda inerte, los dolores agudos y desapiadadas luchas á que está sujeto todo mortal, haciendo menos dura la aflicción y más liviaha y suave· la carga, que de otro modo parece insoportable y,ugo. · 6,

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