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1 794 47 remiten por mano de ese religioso para quien es la adjunta, y á quien se entregarán en Madrid. Mi Director dispone que vayan p~r esa inano ..Dios ;vaya con ellos. Si alguien pensase en reimprimir este papel, te suplico que ~'lo se lo permitas hasta que pueda yo corregirlo en su método, afiadide algunas especies y repasarlo para que salga menos teo, si es que mi igno– :rancia y barbarie me lo permiten. Nada digo del Glo.ria Patri, porque ya üo tiene remedio; pero creo que hub.iera estado mejor la Nota en otro lu.– gar. Ya sé que ni esto, ni el Prólogo, etc., pueden ser cosas tuyas, como también que no puedes .remediarlas; y así, tengamos paciencia en estas m.e– nudencias y Dios nos la dé en cosas grandes. Por fin, hermano mío, va á tener efecto la Misión de Galicia, Dios me-. diante. Así me lo avisa mi director que Dios lo quiere parn que clame en todas partes, Pcenitentiam agite,,. porque, con la precisa condición de que la hagamos verdaderamente, se ha suspendido, por respecto á los diez justos, el azote exterior, y el interior de la herejía con que íbamos á ser arruinados .. ¡Sea bendita para siempre su bondad 1 ! De Castilla me dice un varón ejemplar, insigne Mísionero, que un alma llena de caridad dijo á su divina Majestad aquello: Aut dele me de libro, etc., y que ha c~ncebido grandes esperanzas de nuestro remedio, y que, en efecto, ya todas las cosas han mudado de ·semblante. Pero me temo, hermano mío, que mientras yo viva ha de estar Dios enojado, porque mi monstruosa maldad sola es sobradísima para irritarle, y qué sé yo si tam– bién para impedir el fruto de las oraciones de t.antos justos. Me lo temo, me lo temo. T~ repito que no dudes de la utilidad de tu rogativa, y que le lila sido á Dios muy agradable. Su Majestad te lo premie, como lo espero de su bondad. Te deseo mil felicidades en el día de tu santo Nuestro Padre San Fran– cisco, con inmensa gracia y mucha participación de .su espíritu. Amén. Empéñate con el santo Padre por este su pésimo hijo, que ni aun merece es.e .nombre. Nuestro Padre Maestro Ruiz predicaría. ayer en la profesión de mi sobrina, según me lo avisa mi compafiero. ¡Cuánto consuelo hubiera yo ten ido en oirlo! No Jo merezco. 1 J<;s· muy ele riotar la precisión con que dice el Beato Diego que Dios ha perdonado el cas- tigo exterior é interior que entonces amenazaba á España por amor á los diez justos. Quiénes fueron aquellos diez justos afortunados cuyas obras tanto valían en la presencia de Dios, y qué oausa movió al apóstol andaluz á expresarse de un modo tan claro y terminante, es difícil averi– i111arlo, pues él que lo sabía supo ocultarlo, y el P. Alcovcr, que podía decírnoslo, lo calló como ua !'llrndo en la mal r,urrida vida que del Beato dejó escrita y que tengo á la vÍstu.

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