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34 CARTAS DEL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ Siento los padeceres de usted y le deseo entero alivio, el que logro ahora en los míos, y ofrezco á su disposición para que me ocupe en lo que quiera y me encomiende á Nuestro Señor, á quien ruego guarde su vida muchos años en su santo amor y gracia. B. L. M. de usted su afectísimo hermano, capellán y siervo en Nuestro Señor Jesucristo, Fr. Diego José de Cádiz. P. D.-La Misión de Gua.di.X y Baza no puede hacerse ahora, porque no tienen trigo las ciudades para abastecer á los forasteros 1 • J. M. J. Ronda 17 de Junio del 94. ,Vli Padre y amadísimo hermano mío en el Señor, de mi mayor venera– ción: Con la debida, y con el más alto aprecio, recibo la de usted de 12 del corriente. De nuevo le doy las gracias por la bondad con que me sufre y se toma el trabajó de encargarse de mis papeles, siendo tantos los que tiene sobre sí y de tanta consideración. Dios se lo remunere con espirituales y eternos bienes. Quedo ya descuidado del mérito de la segunda parte de nuestro papel porque tiene la aprobación de usted y porgue, estando en sus manos, la castigad y corregirá á toda su satisfacción, que es el modo para que salga á la mía y al gusto de Dios. Ella es de usted más que mía. Repito que le quite, ponga ó mude lo que quiera y como mejor le parezca. No he visto la copia que han sacado y entregado á usted ní me han devuelto mi bo– rrador, y no sólo temo mil yerros de los que usted me apunta, sino de otros muchos de la obscurísima confusión de mis borrones, que tal vez yo mismo suelo después no entenderlos. En las citas soy prolijo y procuro ser fiel y exacto; pero como con las adiciones varían éstas por la variedad de las llamadas ó de sus caracte– res, no es de extrarfar su equivocación en los copiantes. Pienso aún enviar algunas, aunque serán pocas y breves. La que envié el correo próximo creo que haya llegado á tiempo y que usted podrá insertarla del mod0 que va ó como mejor le pé!rezca. 1 Es verdaderamente admirable lo que dice aquí el gran taumaturgo del siglo xn11. Ni es cxtraf10 que así se cxprCsara quien tenia auditorios de 1nás de cincuenta mil almas, como acon– teció en Barcelona, y sabía por experiencia que los pueblos se despoblaban, yendo de cinco y seis horas de lejos, para oir!o. Véase lo que sobre esto dice el Sr. D. Marcelino Mené,idez Pe/ayo, tomo III de los Heterodoxos Espaiíoles, pág. 352.

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