BCCCAP00000000000000000000614

CARTAS DEL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ tura que debe hacerse pQr D. Lorenzo, la que he remitido al sujeto de Madrid previniéndole cuanto usted. me dice de estar hecha allá, aceptada por él y admitida por estas señoras, las que le harán la gracia de perdo– narle de la deuda cuanto puedan y esperarle por el re~to lo que necesite. Dios quiera que todo se acabe, para que salgamos bien de este negocio. Acabo de saber, hermano mío, el nuevo acometimiento que ha tenido usted de su accidente y el peligro en que se vió y se halla su vida. No me atrevo á decirle cosa alguna, porque yo me quiero mucho por lo mucho que miro y cuido de mi salud, comiendo carne y no ayunando en los tiempos en que me lo manda mi Santa Regla con precepto grave; no pre– dico sino raro sermón, y no confieso á una sola persona, etc. ¿Qué diré yo en el juicio de Dios, haciendo esto, sin tener cátedra ni los cuidados que á usted lo abruman? Yo veo á usted morir en un inmenso tr~bajo, sin dis– pensarse de cosa alguna, y me veo á mí sir. él, dispensado de todo. ¡Pobre de mí!, ¡y luego quiere usted hacer conmigo confesión general! ¡Qué bueno iría el negocio si un hombre carnal, disipado, distraído y dema– siadamente cuidadoso de sí, hubiese de dar reglas al que desea gobernarse por sólo las del espíritu! Dejémonos de eso, h erma·no mío, y haga usted en esto siquiera lo que aco_nseja á otros 1 • La prisa en que me tienen los asuntos que aquí ocurren no me per– miten más que suplicarle mire un poco por sí y ofrecerme con las ma- r Maravilloso es este párrafo. ¡Qué estudio tan acabado para ocultar al santo y dejar ver escueto al hombre hace el celoso apóstol andaluz! Pero ¡con qué acento dice las cosas el bendito santo! Hay que sondear mucho para poder apreciar los quilates de su bien cimentada humildad. A la ligera apunto algo á continuación de lo mucho y bueno que hacía al escribir esta carta. Y conste que tomo los apuntes de sus propios cuadernos de sermones, que yo conservo, y que he de citar repetidas veces en el Qiscurso de estas cartas. , Salió de Ronda y, sin descansar, predicó el 3 de Diciembre en Morón de San Francisco Ja– vier.•Apenas llega á Sevilh, predica el día 8 el panegírico de la Inmaculada en la Parroquia de San Gil. El 12, en la profesió!l. de Fr. Pascual de Sevilla, en la iglesia de nuestro Convento. El 13, nuevamente en San Gil de acción de gracias. El 16, por la mañana, en el palacio Arzobispal, á los ordenandos. El 23 de Diciembre, por la tarde,' en los ejercicios que hacían al Señor del Gran Po– der en la parroquia de San Lorenzo. El 25, en el Convento de Santa Ana, en la profesión de Sor María de los Dolores Tour. El 27, en Capuchinos, en la profesión de un novicio y toma de hábito de otros. Esto sin contar sermones y pláticas cuyos croquis no apuntaba en los cuadernos. Al P. Aleover escribe el 17 de Diciembre entre otras cosas. «Yo sigo sin mayor novedad, áDios gra– cias, aunque algunos ratos con el dolorci!lo de estómago. De lo demás, el dador informará á usted de lo que ha ocurrido que predicar estos días.» Muy maltrecho por los agudos dolores de estómago y desvanecimientos de cabeza que sufría, regresó á Ronda sin tomar punto de reposo, maravillando la[rapidez con que hizo el viaje, pues el 3 de Enero de 1792 escribe al P. Eusebio de Sevilla que conocía bien sus achaques porque había sido testigo ocular en Sevilla como compañero de sus excursiones apostólicas: «Yo llegué aquí el31 del pasado y el día siguiente tuve la nutieia de la muerte de mi hermano Joaquín, que en paz de.scanse, y desde entonces han tomado algún aumento mis malecillos de estómago y cabeza.» Con todo vemo§ cómo se expresa en la carta.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz