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2.I J. M. y J. Casares 17 de Mayo del 90. Mi R. P. Lector Fr. Francisco González. A~adísi~o hermano mío de mi m~yor veneración: Con la debida recibo la muy apreciable de uste.d de 8 del corriente con la inclusa que le acompañaba y á que satisfago en la adjunta. Agradezco á usted infinito la eficacia con que ha tomado el consabido asunto del señor Marqués, y me parece no es necesario se moleste µsted en buscarlo, porque juzgo no nos urge tanto la especie que se trata, y que sólo cuando nos piden ó buscan nuestro dictamen debemos no malograr la ocasión. Yo quisiera te~er muchas veces el espíritu de usted y no ser tan vainazas como soy. Deje~os obrar á los señores y estemos á la vista para templar, pacificar y hacer ver la obligación de cada uno cuando sea tiempo oportuno. En el particular del depósito del triduo de Semana Santa me he encon– trado la rúbrica comentada ó explicada por Merati Additor de Gavanto, en que se previene que el Santísimo Sacramento se lleve á lugar compe– tente con luces, y éstas queden allí ardiendo; en que parece da á entender pueden ser muchas, y en el hecho de no prevenir haya de estar Su Ma~ jestad escondido y sin aparato decente, es visto que lo permite ó que no reprueba la majestad del culto. El P. Guillermo Durando (cuya célebre obra de los Ritos y Oficios eclesiásticos me he hallado en esta librería, en mi tomo viejísimo sin forro, principio ,ni fin en el Hb. VI, cap. XV, nú– mero 9, trata de esta materia y nada dice ni en pro ni en contra. Pero nuestro Ceremonial R.omano Capuchino de esta provincia, en el lib. III, capítulo VIII, núm. 583, folio 216, dice: «También prevendrá el sacristán un altar con la mayor decencia en sitio "decente. y apartado de iglesia, donde con luces ó lámparas se ha de colocar el Pixis con las formas que se han de reservar para los. enfermos», y así lo practicamos en medio de nuestra pobreza. Creo es esto suficiente para nuestro intento. Mucho he sentido la muerte del .Sr. J;). Juan de Dios, que en paz descanse, y suplico á. usted que si fuere á ver á esas mis señoras, les haga una expresión en mi nombre, singularmente á mi señora la viuda, asegu– rándola la acompaño en su sentimiento y que pido á Dios por el eterno descanso del difunto y el cons!1elo de su hermana, hijos y familia.

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