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CARTAS DEL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ doctrinas que en ellos se contienen, y sólo se dice que son inexactas. y ha– blan encareciendo demasiado lo que digo 1 • Ya conocerás cuánto estudio, trabajo y tiempo necesito para mi res– puesta. Si yo estuviera á tu lado en ésa, nada temería, porque con tu ayuda y con la de muchos y buenos libros no me sería tan gravoso ni tan difícil trabajarla; mas aquí todo me falta faltándome tú. Por esto he suplicado al santo Tribunal que me conceda todo el espacio que necesito para lo que se me manda, en atención á que, además de mi rudeza, me hallo desde el 23 del pasado con el dolor de estómago y de entrañas, que no me permite aplicarme mucho á las tareas literarias. Si tú tienes algo del P. Manachi ó de otro autor sobre estas materias: contra el Febronio ó contra el Clero galicano, la prescripción que el Papa hi~o de sus cinco proposiciones, la Bula de erección del santo Tribunal, envíamelos. Item el caso del Concilio de Trento, cuando iba á decidirse un punto, y se detuvo con respecto á una doctrina del angélico Doctor. En Capuchinos puede que tengan los dos tomos de nuestro Acocaleo Italus ad Febrarium. Si lo hubiera, pídelo por mí al Rdo. P. Guardián, sin de– cirle para qué, y, además, el Propugnaculis Fidei de nuestro Torrecilla, y envíamelos por medio de esos señores catala~es, de modo que vengan con seguridad y en el primer viaje. No puedo más. Dame alguna luz ó instrucción para el modo de hacer este papel, y manda al que de corazón es tu hermano y siervo en Nuestro Señor Jesucristo, Fr. Diego José de Cádiz_. P. D.-Mil cosas á todos: mira el reverso de la cubierta 2 • J. M. y J. 3 Hermano mío: Como por desgracia no tenemos en Ronda la obra en– tera del señor santo Tomás, es necesario que, á pesar de tu confianza, r Si, como se ve, ya había galicanos y regalistas serviles en nuestra pobre y desventurada España al alborear el siglo x,x no es de extrañar que, por desdicha, tuviéramos tantos y tan aventajados maestros á su ocaso después éie la invasión francesa, la desamortización eclesiásüca y la gloriosa de Septiembre de 1868. Hablando en plata y en buena mo!leda, la delación hecha contra Fr. Diego de Cádiz es, ni más ni menos, que una de las mejores páginas que en loa suya se ha escrito, y los dos señores calificadores no quedan muy bien parados ciertamente, pu– diéndose decir que, ó pedían gallerías, ó ignoraban lo que traían entre manos. Véase en la úl– tima carta de esta colección, fechada el 17 de Marzo, Jo que responde el Beato. 2 El reverso á que se refiere no existe, é ignoro á qué alude. Esta carta tiene unas cuchi– Uadas que le dieron para fumigarla. Del mismo modo están algunas otras. 3 Esta carta no tiene fecha ni dirección; pero no hay duda que es de 1800, pues hace referencia á los asuntos tratados en las anteriores cartas, y tiene además las cuchilladas de rigor durante el cólera. En ia carta anterior d)ce al P. González que pida al Guardián de Capuchinos de Ecija unos libros, y en ésta, como vemos, afirma que se resuelve á pedirlos él de por sí.

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