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Estos dos calificadores desaprueban lo que digo en el tomo rv, fo– lio 94, de estar definido por dogma la subordinación de la espada tempo– . ral de los soberanos á la espiritual de la Iglesia, porque· la Extravagante que cito de Bonifacio vm·~unam sanctam, se halla revocada por su suce– sor Clemente V, dicen sí, que se definió en el Concilio de Florencia y que se halla en la profesión de fe de Pío IV; mas, sin embargo, la potestad temporal de los Reyes es absoluta, suprema, independiente y no sujeta á la espiritual en esta parte, y que esta es la doctrina más conforme á la ver– dad, y que mandó enseñar en las Universidades de España el señor Carlos III. El primer censor se extiende mucho en esto, probando esta omní– moda independencia y refutando la indirecta que tiene la Silla Apostólica sobre los Soberanos, afeando mucho el hecho de San Gregorio VII y ex– presando los comunes argumentos, etc. Regn 1 um meum non est de hoc mundo. Reddite quce sunt Cejaris Cefari, etc., etc. Con !a autoridad del Natal Alejandro y de Bosuet en su defensa del Clero galicano, censura de muy perjudicial la doctrina que yo sigo y los autores que la llevan, tildando mucho al venerable Cardenal Belarmino . . en este punto que trata en sus controversias de fe, etc. Después me re- prueban todos la exageración con que en el sermón de San Pedro Mártir hablo de las facultades y potestad del santo Oficio, como superior á la de los Reyes, lo que leyendo yo ahora, me parece que me excedí, y que con razón tildan la getieralidad con que hablo, como sin límites. Siguen d~spués desaprobando algunos párrafos ó pasajes del sermón de Santa María Egipcíaca, en que hablo de la sublimidad del e_stado reli– gioso sobre los demás estados del siglo, como si lo diese por más perfecto que el de los Obispos y pastores inferiores á éstos, de lo cual estoy muy distante, bendito Dios. M~ notan también lo que digo de San Pedro Mártir sobre la Orde¡-i que fundó de caballeros ó soldados contra los herejes maniqueos, con fa– cultad de derrotarlos, como si esto lo pudiese el santo hacer con su pro– pia autoridad. Notan, en fin, algunos otros puntos. de menos considerac;ión, como la · aplicación ó. inteligencia de algún sagrado texto, como incongruo, mal en– tendido ó explicado. Esta es, en compendio, la delación y calificación de mis escritos, en lo que advierto que ninguna censura teológica se da á las proposiciones y
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