BCCCAP00000000000000000000614

CAR.TAS DEL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDJZ El miedo con que miro mis cosas me detenía para decirte que, aunque me saca lágrimas de compasión la amarga situación de mi amada Madre y Patria Cádiz, supera mucho el consuelo de su reforma en las costumbres, y como que me alegro de este golpe, Non quia contristati sunt, sed quia contristati sunt ad prenitentiam 1 • La Hermana María Antonia, de quien tuve carta días pasados, me dice lo mismo que tú, y como era y es puntualmente lo mismo, á mi parecer, lo que yo en mí advertía, me tranquiliza bastante. Mas soy un necio, por– que no tengo la caridad de aquella bendita criatura. Dios me la conceda. Vaya otro gazapo gordo. Tengo para mí que este contagio es aviso, no el castigo grande que nos amenaza, el cual debe ser muy formidable. ¿Qué piensas tú, hermano de mi alma? ¿Qué me aconsejas: que lo calleó que lo insinúe al pueblo? Adjunto va un papelillo de dos sueños que tuve ayer, y por carecer de su inteligencia me tienen contristado y muy medroso. En este correo no puedo noticiarlos á mi director. Aquí se oye algún rumor de que en esa ciudad y en Castro del Río se halla ya el contagio. He dicho á un sujeto de Sevilla que si en esta ocasión, después de la confesión general, arreglo de costumbres, de quitar libros malos, modas, diversiones, etc., usamos en comunidad cada familia rezar el santo rosario, invocar al señor San Rafael, á San Sebastián y á San Roque, y se pone la santa cruz sobre la puerta de casa, con alusión á la sangre del cordero que pusieron en los quicios de las suyas los hebr_eos, podemos esperar ser preservados. ¿Qué te parece: he dicho bien? Adiós, hermano de mi alma. Memorias á todos, y encomendémonos á Nuestro Señor, á quien ruego te me guarde muchos años en su divino amor y gracia, como lo desea tu afectísimo hermano que más en Nuestro Señor Jesucristo te ama, Fr. Diego José de Cádfr,. ' (El papelillo á que alude, dice:) J. M. J. Después de haber oído un sermón grandiosísimo, oportunísimo y muy fervoroso de rogativas para que nos preserve Dios del contagio, del que quedé como fuera de mí, habiéndome recogido en la siesta y quedádome r Estas palabras se leen en el cap. rr, vers. g, de la 2.• Epístola d~ S. Pablo á los Corintios.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz