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CARTAS DEL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDJZ Va la respuesta para tu bendito hijo Armesto, que á nombre tuyo me pide no le vuelva á decir de usted, y así lo hago. A todos esos mis señores, mi señora hermana y hermanos, en cuya compañía te hallas, darás mis encarecidas expresiones y juntamente las debidas gracias por la caridad que á mí me hacen en cuidar de tu ss1lud. Manda lo que quieras, y encomendémonos á Nuestro Señor, á quien ruego te mé guarde muchos años en su divino amor y gracia, como lo de– sea tu afectísimo he1'mano y siervo en Nuestro Señor Jesucristo, Fray Diego José de Cádi;z_. A tu bendita hija María Magd~lena 1 de Jesús Crucificado, que no me olvide, pues no la olvido. J. M. J. Ronda I I de Marz.o de J8oo. Amadísimo hermano de mi alma: No es decible el consuelo que ésta ha recibido con la noticia que me das de tu conocida mejoría. Dios sea bendito y se digne continuarnos este beneficio, se 5 ún que sea más de su divino agrado, y pues ya has visto que con P?COS días de campo en esa ha– cienda se adelanta mucho para tu necesario recobro, no rehuses tanto el valerte de ese medio con la frecuencia que exigen tus padeceres y el dere– cho que tenemos á tu vida y conservación los que la miramos como nues– tra más que tuya. ¿Quieres enloquecer? Pues enloquece muy en buena hora, sabiendo que Dios Nuestro Señor te ama, tamquam pupillam oculi sui 2 • Sí, sí, sí y mucho más, porque te quiere para sí y para que por ti lo quieran otros. Jurabit Dominus et non pcenitebit eum 3, En este correo escribo á Osuna recomendando la demanda del señor D. Joaquín tu hijo y mi favorecedor. 1 Este fué el nombre de Terciaria qu.e tomó la angelical Arcadia, cuya biografía puede verse en la pág. 71. 2 Como á la niiia áe su o jo, quiere decir en castellano. 3 Juró el Señor y no le pesó, dice en romance. Un santo de la talla de Fray Diego de Cádiz es maravilla que se exprese así, á no tener no– ticias sobrenaturales de las virtudes del P. González, y aunque ningún escrito he visto que acre– dite tales n9ticias, me inclino á creer que realmente Dios manifestó·al Beato, á la Hermana: An– tonia y otras almas de mucha virtud, cuán grato le era su fiel ;iervo el P. González, pues los santos no son encarecedores de las cosas, .ni es común en ellos el lenguaje laudatorio que usa sin reparos el célebre misionero en esta y en otras cartas, como el menos lince podrá ver.

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