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128 CARTAS DEL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ Mañana salgo para la Isla, y pasado para Ceuta, si no dispone Dios otra _cosa 1 • Para la Santa Magdalena tiene ciento vei.nte días de indulgencias por un Padrenuestro y Ave María gloriado, concedidas por estos tres Ilmos. Sres. D. Antonio Martínez de la Plaza, Obispo de Cádiz, D. Fr. An– tonio de Espinosa, Obispo de Mérida de Maracaibo, religioso de tu Orden, y D. Pedrn Bejarano, Obispo de Bueno~ Aires. En Ceuta, si llego allá, haré igual pretensión. Adiós, hermano de mi alma, que no puedo más. Encomendémonos á Nuestro Señor, á quien ruego te me guarde muchos años en su divino amor y gracia, como lo desea tu afectísimo hermano y siervo que más en Nues– tro ~eñor Jesucristo te ama, Fr. Diego José de Cádiz. Mil cosas á la bendita Arcadia y á todos tus hijos y mis hermanos. J. M. J. Ronda 17 de Enero de 1800. Amadísimo hermano de mi alma. La tuya, que he recibido con atraso, me o!,liga fortiter suaviter á obedecerte en consolarme como me lo man– da~,.f, efectivamente, fué interior y grande elconsuelo que con tus expre– siones recibió mi alma. Pero como mi pecar es continuo, y lo peor, sin enmienda, duró poco aquél, porque mis propósitos duraron menos. Mí– rame como un Lázaro ulce1·ibus plenus, y aun de ese modo no podrás formar una idea cabal .de tu infeliz· hermano. Pide por él al que tiene el poder de curarlo, para que no lo deje morir en tanta corrupción. ¿Y tú, hermano mío? Cada día más atrasado y quebrantado <:n la salud,. más gravado de males y más abrumado de cuidados? Esto me compadece cuanto no es decible. Bien sé que vivirías así y que así harás lo que Dios quiere por todo el tiempo que sea de su divino agrado; mas a.I verte tra– bajar y padecer, y que yo ni padezco ni trabajo (ecce coramDeo quia non mentior) 2 , no puedo menos que temer y que afligfrme. Cuídate, por caridad de Dios, para que no me falte el consuelo que puedes darme. r En Ceuta predicó varios sermones, siendo muy notable el croquis predicado el día 27 de Octubre en la Catedral á San Juan Nepomuceno. Lleva el núm. So del cuaderno citado en la nota anterior. 2 Aquí vendría como anillo al dedo otra larga nota, indicando los recios combates, y duros trabajos que por aquellos días precisamente sufrió el heroico capuchino; pero ya quedan apun– tados sobradamente en las notas anteriores. El beato dice que ni padece ni trabaja, y esto, á primera vista, no se compadece bien con la vida de sac~ificios que realmente llevaba. Téngase presente que el amor puro de Dios jamás

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