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I l 2 CARTAS DEL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ J. M. J. Ronda 9 de Abril de 1799. Amadísimo hermano de mi alma: Correspondo á la tuya de 5 del co– rriente asegurándote que me parece muy bien el intento de poner en pú– blico la consabida mano 1 • Mas le encuentro el gravísimo ~eparn de la determinación del sagrado Concilio de Tren to sobre que no se publiquen milagros ni revelaciones sin que antecedan la aprobación y expresa auto– ridad ó licencia del Ordinario. Y como para esto es necesario que se for– malice un riguroso juicio, pruebas, testigos, etc., después el examen, con– sulta y parecer de los teólogos, me parece imposible su logro en las actuales circunstancias. Para tu piadoso intento, me persuado que bastará lo retengas en tu po¡:ler, puesta en alguna lámina con su cristal, como están las de Monserrate, y la muestres ,á quien y cuando juzgues conveniente. Si tú hallas el medio de allanar estas dificultades que se me ocurren, no te detengas, aunque tengo por indubitable que has de experimentar grande contradicción. Dios te inspire lo que sea más de su divino agrado. Veo ó sospecho que el asunto de las comedias va á ser compañero del mío de Zaragoza y de otros de esta naturaleza. ¡Qué hemos de hacer! De- 1 La historia de la mano aludida es harto curiosa é interesante. Hela aquí muy por en– cima. La Hermana Antonia de Jesús Tirado veía frecuentemente á las almas del Purgatorio en medio de los más horrorosos tormentos; pedíanle auxilios espirituales con que mitigar sus penas acerbisimas y salir presto de tan dura prisión. Dios, en sus adorables juicios, permitía también que viese algunos condenados. El Beato Diego requirió un testim0nio fehaciente de tales visio– nes, y así le ordenó que, cuando una de aquellas almas se le apareciese, ya que lo hacían en forma .corpórea, pusiese la mano sobre un lienzo, enviándoselo luego con la señal que impri– miese, Así lo hizo la buena religiosa, y el alma dejó completamente quemac;!o todo el lienzo que tocó con la mano. Esta debió ponerla abierta, pues así está impresa. En diferentes cartas habla la referida Hermana del lienzo, En la que lleva fecha 8 de Mar– zo de 1799, le dice, e!ltre otras cosas: «Padre mío, puse un pedazo de lienzo y dije á u'n alma del Purgatorio pusiera allí una mano; la puso y dejó el lienzo muy quemado y muy negro; pero, aun– que estaba así, quedaba estampada la mano,,.» (Archivo de las Terciarias dominicas de Jerez, tomo vi,) En el mismo archivo, tomo vn (sin foliar), hay una carta del P. González á Sor Antonia sobre este asunto del 16 de Abril de,1799, de la que extractamos lo siguiente: «Tengo en mi poder la mano que remitiste á nuestro P. Fr. Diego, y ahora en un papel aparte me dirás de quién es, qué día se te apareció, su nombre y, en una palabra, una relación circunstanciada de todo el hecho, que así conviene para la honra y gloria de Dios,» A esto contestó la Hermana dando pelos y señales de todo, cuyos detalles omito por no juz– gar prudente publicarlos. Sólo diré que aquella alma tuvo alta representación y estado que exige· mucha santidad. Le buen grado publicaría una fototipia de la mano, pero me abstengo d·e hacerlo por consideraciones fáciles de comprender. , , El lienzo en cuestión, horadado por una quemadura que dibuja una mano, lo vi yo mismo hace pocos meses en las Terciarias dominicas de Jerez, donde vivió y murió la Hermana Anto– nia de Jesús, y donde tuvo la visión.

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