BCCCAP00000000000000000000614

CARTAS DEL BEATO DÍEGO JOSÉ DE CÁDIZ No puedo más. Da mis expresiones á todos y manda lo que quieras, seguro que soy tuyo de corazón; encomendémonos á Nuestro Señor, á quien ruego me guarde tu vida muchos afios en su santo amor y gracia, c·omo lo desea tu siempre afectísimo y siervo en, Nuestro Señor Jesucristo, Fr. Diego José de Cádiz_. J. M. J. jaén 8 de Noviembre del 98. Amadísimo hermano de mi alma: Dio~ te pague con eternos premios el inexplicable consuelo y dilatación que has dado á mi corazón con la asom– brosa carta que me incluyes de esa bendita criatura, á quien soy deudor en lo que nunca le podré pagar. ¡Pobrecita mía! Eso le faltaba, el derra– mar su sangre y sacrificar su salud por este gran bestia tu hermano. ¡Qué cargo para mí en el tribunal de Dios que un alma inocente, que nunca le ha ofendido, haga tan dura penitencia, y que habiendo yo pecado en todo tanto, no sólo no hago lo que ella hace, sino que ha de hacerlo por mí! Dios le pague, y á ti con ella, un beneficio tan incomparable. Dile, si te parece, que en acabando con unos difuntos que tengo á mi cargo, le apli– caré tres misas, además de la que ya le apliqué, y una por ti, á quien miro como instrumento de mi bien, por lo que has hecho y haces. Dios te lo pague. He leído con lágrimas las penitencias y cuanto contiene la sencilla re– lación de esa bendita criatura. He llorado y conocido en mí los buenos efectos que tú deseas, aunque temo engañarme, y no quiero engañarte, por la extremada caridad que te debo. Lo estrecho del tiempo y el tropel de cosas que ocurren no me permiten decirte lo que te diría si tuviese el consuelo de estar á tu lado. Debes creer que yo soy aquel de quien dice Dios: Est qui inequiter. hur>iiliat se et interiora ejus plena sunt dolo 1 , esto es, de iniquidad y de corrupción. Con todo, para tu gobierno con esa santa criatura, te digo, que la desnudez que dice, negación y entrega en la vo– luntad de Nuestro Señor Jesucristo, la deseo y la pido con todo mi cora– zón y procuro unirme cuanto puedo con la suya santísima, y pedirle no permita que diga una sola palabra que deje de ser sana. Acostumbro re– petir antes de predicar: Domine; in unione illius divince intentionis qua 1 Que quiere decir: «Hay quien se humilla maliciosament'e; y sus entrañas están llenas de dolo.» Eclesiástico, cap. XI~, v. 23;

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz